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Xabier Arzalluz inicia con una autocrítica del nacionalismo su nuevo mandato al frente del PNV

VICTORINO R. DE AZÚA, Xabier Arzalluz, recién reelegido por unanimidad presidente del Partido Nacionalista Vasco (PNV), abrió ayer su nuevo mandato de cuatro años con un reconocimiento público de algunas desviaciones antidemocráticas del nacionalismo en Euskadi. Arzalluz leyó ante la asamblea nacional de su organización un discurso en el que pronosticó el probable fin de la violencia armada". Con este acto, celebrado en un teatro de Bilbao, el PNV cerraba un proceso de varios meses de reorganización y revisión ideológica iniciado a raíz de la escisión de Eusko Alkartasuna (EA).

Arzalluz admitió que tienen fundamento las acusaciones de hegemonismo dirigidas a su partido. "Es cierto", dijo, "que ha existido entre nosotros una tendencia a considerar que Euskadi es un patrimonio nacionalista y a equiparar el concepto de vasco con el de nacionalista. Esta concepción es injusta, es agresiva y es antidemocrática. Euskadi es de todos los vascos". El líder nacionalista añadió que el progreso de su causa no debe basarse en la imposición, sino en el respeto mutuo y la persuasión.El reelegido presidente reclamó, en cambio, el título de partido subversivo, que en fecha reciente ha endosado el ex dirigente de Euskadiko Ezkerra Mario Onaíndía tanto al PNV como a EA, si se debe, dijo, a no aceptar, aunque se acate, una Constitución que no reconoce la soberanía del pueblo vasco, diluye la voluntad colectiva de los vascos en la voluntad general de la nación española y encomienda la defensa de ese orden constituido a la fuerza de las armas.

Arzalluz reiteró, no obstante, el rechazo de su partido hacia la violencia política, por razones morales y prácticas, y consideró probable que ETA se encuentre en el umbral de su fin. "Presenciaremos un período de golpes y contragolpes", indicó, "de exigencias de treguas, de celos por protagonismos y rentabilidades políticas, un período largo, duro y desagradable, pero que pasará".

Al hilo de esos acontecimientos, vaticinó el orador, se abrirá una pugna por la radicalización política y por ver quién es más nacionalista, y algunos sectores utilizarán el derecho de autodeterminación para acosar al PNY y tratar de convertirlo en corifeo de su estrategia. "Nuestro partido", aseguró Arzalluz, "no se dejará arrastrar a esa carrera infantil. No tenemos que medir con nadie nuestro nacionalismo, no necesitamos ningún punto de referencia ajeno".

Opciones fundamentalistas

El presidente del PNV pidió a los miembros de la asamblea nacional y al medio millar de invitados que desconfíen de las opciones fundamentalistas "con la tranquilidad de quien sabe que ( ... ) todos los hijos de la ira volverán a las vías políticas probadas por los golpes de la experiencia o se quedarán al borde del camino".

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La reelección de Arzalluz no constituía ninguna incógnita, pues era el único candidato propuesto por las asambleas regionales. Tras la reforma de los estatutos, tanto el presidente del partido como la mayor parte de los miembros de su dirección son elegidos directamente por los 75 apoderados de la asamblea nacional. La nueva ejecutiva queda compuesta por seis representantes de Vizcaya, cuatro de Guipúzcoa, dos de Álava y uno de Navarra.

El candidato más votado tras Arzalluz fue Agustín Mondragón, un hombre sin actividad política conocida. En la actualidad, es jefe de mercadotecnia del grupo Fagor. El hecho de que obtuviera sólo un voto menos que Arzalluz sobre los 75 posibles pone de relieve que su experiencia y su eficacia probadas representan para el partido casi la última esperanza de recuperar la imagen quebrada por la ruptura del año pasado.

Siguen a Mondragón en número de votos dos expertos conocedores del PNV, el antiguo portavoz de la ejecutiva nacional Xabier Aguirre y. el hasta ahora coordinador de los grupos parlamentarios del partido, Josu Bergara.

Los restantes miembros de la dirección son los economistas Xabier Goirigolzarri, Juan Luis Laskuráin y José María Zalbidegoitia; el ex consejero de Cultura Luis María Bandrés; el sindicalista Juan María Juaristi; y los presidentes de las ejecutivas de Vizcaya, Navarra, Guipúzcoa y Álava, Javier Atutxa, Vicente Arocena, Joseba Eguibar y Félix Ormazábal, respectivamente.

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