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Crítica:'JAZZ'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Americanos en Madrid

Pese a la penuria económica de su medio jazzístico, Madrid ha sido reclamo para diversos músicos estadounidenses en estos últimos años. En esta semana, las dos principales salas, Central y Clamores, ofrecen formaciones con aval transoceánico. El madrileño Miguel Angel Chastang lidera un cuarteto neoyorquino en Clamores, mientras Stephen Frankevich dirige su grupo en el Café Central.Chastang está cumpliendo su segundo año en Nueva York, donde estudia contrabajo con Ron Carter en el City College. Ya en el verano pasado estuvo en el Festival de San Sebastián con alumnos de la misma escuela, con los que obtuvo el primer premio del concurso internacional. Ahora vuelve con el pianista Ray Gallon, ya presente entonces; Tony Moreno, baterista neoyorquino de nuevo afincado temporalmente en Madrid, y Bob Norton, profesor de trombón en el City College. Efectivamente, forman un cuarteto y hay en su trabajo una nítida marca de seriedad, de rigor.

Miguel Angel Chastang Quartet y Stephen Frankevich Grupo

Café Clamores. Café Central. Madrid. Hasta el 10 de enero.

Nuevo 'hard-hop'

Su músíca es la que hoy domina la escena jazzística de Nueva York: el nuevo hard-bop de los años ochenta. Gallon es un pianista impecable, y Tony Moreno, un sabio batería capaz de dirigir y de servir a un grupo. Bob Norton, en el trombón, es un auténtico regalo, alguien que hace años que sabe perfectamente lo que está haciendo. Chastang, que oficia como líder, parece estar aprendiendo en meses lo que antes aprendía en años. Cuando un contrabajista es elegante es que ha llegado lejos en su instrumento. En ese punto parece estar Chastang. Su solo, en un tempo rápido como el Scrapple from the apple, de Charlie Parker, revela una seguridad y una capacidad de ejecución de precisa definición.Hace tiempo ya que Stephen Frankevich se afincó en Madrid. Procedía de Nueva York, su ciudad natal, y en su hoja de servicios está haber comparecido con Blood Sweet & Tears. En estos años ha compatibilizado trabajos con estrellas de la canción con la aparición constante allí donde se pudiera tocar jazz. Es un buen trompetista y procura deslumbrar en cada uno de sus solos.

Con su última formación, Stephen Frankevich parece querer dar un paso adelante en su carrera de cantante y de showman. Un bajista, dos percusionistas y un teclista forman la banda con la que Frankevich pasa al jazz-rock y de allí al soul y luego al rock y luego a temas con estribillo de banda pop neosesentista. No resulta muy excitante desde el punto de vista del jazz, pero despierta interés desde un orden general no muy crítico. Triunfa cada noche, y cuando empuña la trompeta lo hace bien. Cantar, canta como mira, con descaro y sin naturalidad.

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