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Félix Ayo, un violinista condenado a 'Las cuatro estaciones'

Vivaldi es un 'superventas' de las grabaciones de Música clásica

Andrés Fernández Rubio

Félix Ayo, nacido en Sestao (Vizcaya) hace 54 años y afincado en Italia desde hace más de 35, ha grabado tres veces Las cuatro estaciones, de Vivaldi. Uno de esos discos, con Ayo como violín solista del grupo, I Musici, es un ejemplo de éxito de ventas de la música clásica, ya que se han vendido más de 10 millones de copias. El violinista, considerado entre los primeros del mundo en música barroca, ha tocado miles de veces la obra dichosa. "Ya me cansa", dice como si la pieza fuera un canto rodado y él Sísifo al violín.

Mientras ensaya, Félix Ayo vive la música: sus ojos se desorbitan, las pupilas corren a izquierda y derecha y entre ostinato y ostinato nadie diría que esas sorprendentes reacciones fisiológicas son producidas por algo tan cadencioso y sereno como Vivaldi. El violinista tiene unos lejanos rasgos vascos que sólo se diluyen cuando habla en un castellano muy musical, propio de alguien que como él vive en Italia desde 1950. "Vuelvo a Sestao de cuando en cuando, pero ya no es lo mismo; son muchos años alejado de mí tierra. Mi tío era violinista y a los seis años empecé con ese instrumento. Tenía más o menos talento y el caso es que me dieron una beca para ir a París y luego a Italia, donde, en 1952, creamos I Musici".Decir I Musici es lo mismo que decir música barroca. Del centenar de discos que grabó Ayo con ese grupo formado espontáneamente en Roma con los mejores alumnos y ex alumnos del maestro Príncipe destacan dos discos de Las cuatro estaciones, uno en mono y otro en stereo, éste célebre por sus ventas millonarias -sólo superadas en España por El concierto de Aranjuez, de Joaquín Rodrigo, en versión del guitarrista Narciso Yepes- "Ha sido el peor negocio de mi vida", dice Ayo. "Vendimos los derechos para cobrar una cantidad de forma inmediata y yo gané con él unas 20.000 pesetas". Ayo estuvo con I Musici desde 1952 hasta 1969. "Dejé el grupo porque necesitaba hacer música romántica, cambiar el género. Fui uno de los fundadores del Cuarteto Beethoven, en Roma, en 1970. Ahora ya puedo tocar música muy distinta, y la cosa me divierte".

150 discos

Le divierte más, desde luego, que interpretar Las cuatro estaciones. "A veces, tocando esta obra, me siento seco por dentro, cosa a la que tengo terror. Todo el mundo me la pide y hay épocas que no quisiera tocarla. Necesito descansos periódicos para volver a sentirla de nuevo". Ayo ha registrado en total casi 150 discos, y dice que su cumbre ha sido la grabación de las sonatas y partitas de Bach para violín solo: "Es lo mejor que he hecho en mi vida y lo que la justifica".De esos discos, la mayoría es de música barroca, en cuya especialidad es uno de los grandes. Él no usa instrumentos de época con arco curvo o cuerdas de tripa. Se agarra a un Guadagnini (discípulo de Stradivarius) de 1747. Respecto al espíritu purista de muchos grupos que interpretan el barroco tal cual fue, Ayo es categórico: "Es una cuestión de escoger y hay que adoptar una postura definitiva. Yo sé que se tocaba de ese modo, pero personalmente no aguanto cinco minutos porque me aburro".

El violinista no se atreve a afirmar que sea preciso interpretar el barroco románticamente para darle sustancia, "aunque no hay duda", dice, "que no hay música sin emoción, porque sería música muerta; es necesario el feeling'. Interpretando conciertos de Vivaldi, el feeling de Ayo recibe aplausos atronadores. "Me limito a ver que la gente adora la música barroca, no me pregunto las causas". A estas alturas de la vida, dice encontrarse más natural con la música romántica, porque le permite lanzarse dentro de las cosas "sin temer al sentido de la medida".

Félix Ayo quizá hubiese podido convertirse en un gran solista internacional, pero prefirió el discreto encanto del anonimato que dan los grupos. "A estas alturas tengo que aceptar lo que ha sido mi vida; muchas veces resulta difícil escoger: mis padres eran pobres, trabajé desde los 10 años, nací en Sestao y no en Roma". No lo dice en tono de queja, sino con realismo. Además, está claro que la música barroca le apasiona y Vivaldi también. "Aquello que duo Stravinski de que este compositor escribió cientos de veces el mismo concierto es sólo una idiotez de esas que hasta un gran hombre puede decir a veces".

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