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"Uno no puede vivir sólo de puerros"

La cajetilla de Kent, la divisa más preciada entre los sufridos rumanos

Andrés Ortega

Son las tres de la tarde, hace bastante frío. Tras la pausa del mediodía, el mercado (estatal) de la plaza Unirii, uno de los principales de la ciudad de Bucarest, abre sus puertas, ante las que se agolpan numerosas personas que, a empujones, corren a situarse ante los tenderetes, para formar largas colas. El objetivo principal es intentar comprar dos sacos de patatas y otros tantos de manzanas.

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La carne es prácticamente inexistente: sólo una pasta grasosa para la cual también se forman largas hileras. Además, algunos tomates, cebolletas (con la cabeza cortada), lechugas, zanahorias viejas y puerros, entre los productos frescos. "Pero uno no puede vivir sólo de puerros", comenta un rumano. No hay leche fresca, ni prácticamente ningún producto lácteo.Pegado a este mercado oficial se encuentra otro de los agricultores libres. Antes, según los del lugar, era enorme. Ahora se ha quedado reducido a poca cosa y con escasa oferta. No es que haya hambre, pero hay malnutrición. Y esto es Bucarest, una ciudad que recibe estos días una atención especial pues en ella concluye hoy la conferencia del Part do Comunista Rumano.

Oficialmente, no hay inflación, pero hay poco que comprar. De ahí la necesidad del mereado negro en el que los precios son dos o tres veces más altos. En este mercado la gente ha inventado su propia divisa: el paquet de cigarrillos norteamericanos Kent. No vale otra marca.

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La Asociación Internacional para la Defensa de los Derechos Hunianos, basada en Frankfurt, propuso días atrás montar un puente para enviar alimentos a Rumanía, y especialmente a la minoría alemana de este país, cuestión que probablemente aborde el ministro de Asuntos Exteriores de la RFA, Hans Dietrich Genscher en Bucarest, adonde llega hoy. "No hemos solicitado ni necesitamos ayuda alimentaria de nadie", dijo ayer en una conferencia de prensa el ministro adjunto de Asuntos Exteriores rumano, Trian Pop, quien abrió una sola puerta: los regalos a los familiares.

Pop también se enfadó al ser preguntado cuánto hay que pagar Ipor la emigración de cada rumano alemán. Según fuentes occidentales, la RFA paga -no directamente, sino a través de créditos especiales y otras ventajas- 14.000 marcos (casi un millón de pesetas) por cada emi grarle. Y según Pop, 11.000 de estos rumanos alemanes emigraron este año, pero, aseguró, sólo pagando las tasas de emigración y el pasaporte.

El lunes, el presidente, Nicolae Ceaucescu, afirmaba que "hay que adoptar una actitud más firme ante la propaganda del exteirior que, en nombre de los llamados derechos humanos, despliega una campaña de corrupción y robo de la inteligencia para enajenar a la gente de este país, y ponerles al servicio de los que les quieren explotar".

Rumanía tenía medios y materias primas: era el granero de la región. Exportaba petróleo y ahora es un importador neto de crudo. La gestión de la economía ha sido mala, como lo ha reconocido el propio Ceaucescu.

Para ello, la gente se tiene que apretar el cinturón "aún a costa de romperse la columna vertebral según señalaba un diplomático occidental. El Gobierno ha reducido en un 30% más en noviembre el consumo eléctrico en los hogares, con unas cuotas que corresponden a menos de cuatro bombillas de 40 vatios encendidas durante siete horas al día. La temperatura interior de las casas no puede superar, en general, los 12 o 14 grados, mientras en la calle hiela. Y todo ello cuando el consumo doméstico de energía, según datos oficiales, no supera el 7% del total. "Mire usted", explica Nicolas Andrei, ministro adjunto de la Cooperación Económica Internacional, "verdad que en la RFA ningún alemán deja la luz encendida cuando sale de una habitación o de su casa? Tenemos que educar a nuestro pueblo".

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