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El barco encallado tiene 2.000 bidones inflamables

El buque panameño Cason, encallado en la costa de Finisterre desde el sábado, accidente en el que murieron 23 marineros, contiene al menos 2.000 bidones de líquidos inflamables, repartidos entre cuatro de sus cinco bodegas y la cubierta, según reveló ayer tarde el comandante de Marina de La Coruña Antonio Díaz Pache y Montegro. [Fuentes de la Administración indicaron ayer a EL PAÍS que, según los datos facilitados a media tarde, esa carga estaba compuesta por 110 toneladas de aceite de anilina, varias toneladas de sodio metálico, seis toneladas de etanol y 10 toneladas de líquido inflamable de peligrosidad 9" (la máxima), así como recipientes con componentes de pintura altamente inflamables y tóxicos.]

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Díaz Pache y Montegro reiteró que no existe peligro alguno para las personas. "Podemos estar tranquilos, dentro de un orden", afirmó. [Sin embargo, fuentes oficiales consultadas en Madrid aseguraron: "El barco es una bomba en sí mismo". Todos los componentes citados pueden estallar con facilidad y su contacto con el agua o el aire resulta peligroso para los seres vivos que se encuentren en las inmediaciones].A lo largo de la jornada de ayer, las personas relacionadas con el buque y la compañía consignataria no revelaron en ningún momento la composición de la peligrosa carga. El director general de la Marina Mercante, José Antonio Madiedo, llegó ayer a última hora a Santiago acompañado de técnicos, para inspeccionar en helicóptero la zona y el barco. La bodega donde se originó el incendio continuaba ardiendo a última hora de ayer, y hoy se intentará rescatar la carga mediante grúas.

Por su parte, el director general de Protección Civil, Martínez Ovejero, indicó que, a la vista de los datos conocidos hasta última hora de la tarde de ayer, no existía peligro para la pobIación de las localidades próximas al lugar del siniestro, si bien el contenido exacto de las bodegas del barco sólo se conocerá cuando los equipos de rescate hayan penetrado en su interior.

Sin traducción

Al cumplirse 60 horas del accidente, las autoridades civiles y de Marina desconocían todavía con exactitud ese contenido y sus posibles efectos en el ecosistema marino o en la población, a la espera de "finalizar la traducción" de los nueve folios del manifiesto de carga que entregaron ayer a primeras horas de la tarde los armadores, Cason Navigation, con sede en Panamá, y la Wutton Shipping Company, de Hong-Kong.

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Un representante de esta última compañía llegó al mediodía de ayer al aeropuerto coruñés, en donde fue recibido por los dos funcionarios de la embajada de la República Popular China, que se han hecho cargo de los ocho supervivientes, y una persona que parecía ser el representante de la empresa en La Coruña.

Este último únicamente repitió: "Hace un buen día hoy", al ser requerido por los informadores. El taxi que los condujo a la ciudad llegó a realizar un giro en dirección prohibida p ira evitar su persecución por Ios periodistas, y, al ser posteriormente localizados sus ocupantes cuando entraban en la sede de la consignataria Henry Guyatt & Sons Ltd., el representante coruñés (que resultó ser el consignatario Carlos Guyatt) respondió con un "¿y a usted qué le importa?" al ser preguntado por su relación con los armadores. También prohibió el acceso al edificio a este corresponsal.

Los datos dados a conocer fueron facilitados posteriormente a la Comandancia de Marina en una reunión en la que participaron el representante de la armadora ("no le preguntamos el nombre", afirman los responsables de Marina) acompañado de su asesor legal y un químico, el consignatario, el jefe de máquinas y el contramaestre del Cason, la cónsul de Panamá y los dos funcionarios de la embajada china. Según esta información, hay en el barco una cantidad indeterminada de un veneno tóxico y que tiene un índice de peligrosidad Inco-6 [una escala internacional que varía del 1 al 91, 1.000 bidones de un líquido con punto de inflamación alto, otros tantos de un líquido de inflamabilidad media y otros productos, entre ellos "tan sólo 30 kilos" de un gas inflamable a temperatura ambiente. Según pudo saber este periódico, en la carga hay elementos con índices Inco 3,2, 3,3, 4,3 y 5,33, entre ellos gases inflamables a los 18º, 23º y 30º de temperatura.

Modelo desechado

Estas características parecen explicar tanto el origen de la explosión en la bodega número 1 que originó el naufragio como la premura de la orden de abandonar el barco que causó la muerte de los 23 marinos, los primeros en abandonarlo. Asimismo, ayer se supo que los chalecos salvavidas de la tripulación eran de un modelo que la normativa española desechó en 1965.

"Todos estos productos están encerrados en bidones y contenedores seguros", precisó el comandante de Marina, aunque su permanencia a bordo del buque siniestrado y su estanqueidad dependen de que no se produzca un nuevo temporal. Asimismo, la determinación de la peligrosidad del cargamento está a expensas, según estas declaraciones, de que el químico de la casa armadora pueda inspeccionar las bodegas si encuentra el equipo especial adecuado. A primera hora de la mañana de hoy está previsto que dos plataformas-grúa que navegan hacia la zona de Finisterre empiecen a descargar los contenedores. Un nuevo remolcador más potente, el Punta Salinas, con base en Gijón, se unirá a los dos ya existentes para intentar reflotar el barco, aunque teniendo en cuenta la carga que porta parece ser que lo hará una vez sean desalojados los contenedores.

Bidones en el agua

Aunque Marina aseguró que ningún bidón ha caído al agua, hizo el ruego de que se diera "aviso inmediatamente en caso de observar alguno flotando".

Fuentes de Marina desmintieron también la información de un pesquero de Finisterre que interceptó una orden a los remolcadores de no acercarse al Cason. En la base del Remolcanosa 5 reconocieron que esa había sido una "recomendación general" desde el inicio del siniestro.

Por otra parte, tanto las ropas que están analizadas en la residencia sanitaria y el regreso de los supervivientes del barco están pendientes de la decisión del Juzgado de Instrucción número 3 de La Coruña y en el primer caso bajo secreto sumarial. Los 23 cadáveres serán repatriados en cuanto conozca la decisión de los familiares de que sean o no incinerados.

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