Brahms entero y verdadero

Nueva jornada de máximo interés en el cielo de cámara y polifonía gracias a la presencia del cuarteto Juilliard, un nombre mítico en la interpretación camerística de nuestro tiempo. En su cabecera continúa el violinista Robert Mann, que fundó el grupo, en 1946, con Robert Koff, Rafael Hillyer y Arthur Winograd.Después de 40 años de éxitos y reconocimiento mundial y tras sucesivas sustituciones, forman ahora el grupo con el iniciador Mann, el violinista Joel Smirnoff, el viola Samuel Rhodes (desde el 69) y el cello Joel Krosnich (desde 1974). Se mantiene el crecido y vario repertorio y la fascinante calidad de los músicos americanos, unificados en el pensamiento, el estilo y la técnica.

Hugo Wolf escribió duramente sobre Brahms, pero no estuvo solo). Bruckner señala la "frialdad de su temperamento protestante"; D'Indy le perdonaba la vida, más o menos; Dukas lo encontraba más ingenioso que emocionante; Poulenc sentía indiferencia ante la creación de Brahms, y el mismo Falla, como su colega Joaquín Turina, no fueron más favorables. Y es que Brahms podría haber afirmado, como haría Mahler, "mi tiempo llegará".

El paso de la historia ha dado la razón plenamente a Schumann, anunciador del genio de Brahms y el mismísimo Schönberg escribió su hermoso y penetrante ensayo Brahms, el progresivo, en el que utiliza, entre otros ejemplos, el andante del cuarteto en la menor, de "calidad quizás única en lo que concierne a la elaboración de los motivos y la organización interna". A final de 1873 se estrenan los dos cuartetos Opus 51 y tres años después el opus 67.

Lograr plenamente la belleza de estas obras tan coherentes, de tan excelente textura y tan medida pasión, tocadas por lainspiración más alta, renuentes al conformismo y la decoración, asumideras de cuanto había sucedido en la música de cámara desde Haydn a Schumann, ese empeño difícil en el que triunfan de manera absoluta los cuartetistas del Juilliard por línea, sensibilidad, potencia sonora y estructural hasta arrancar del público que llenaba el Real ovaciones impensables hace unas décadas y que parecían reservadas a las "quintas" y "novenas" sinfonías.

Estamos ante una cosmovisión ("weltanschauung" para los pedantes) que decide todo: la invención, los desarrollos, el genial sistema de relaciones, el juego de contrastes, la impostación lírica y dramática y la marcha fenomenológica.En ello residió la resistencia inicial y posterior a la obra de Brahms, pues es más fácil aceptar nuevos procedimientos que nuevas maneras de pensar la música. Y Brahms fue, precisamente, un radical innovador a partir del pensamiento. Tras él todo sería distinto en la música de cámara como en la sinfónica y no menos en el lied, raíz de tantas ideas instrumentales brahmsianas. En definitiva, fue una tarde de gran música y un triunfo definitivo del ciclo de cámara en su décima y brillantísima temporada.