La creación de 'Ballet mécanique'
El pasado día 23 leí en su periódico una crónica del estreno en Barcelona de la película de Fernand Léger y Dudley Murphy Ballet mécanique. En ella se afirmaba literalmente que "se desconoce si en el momento de su creación se pensó en alguna música para acompañar la proyección". No es un desconocimiento que nos afecte a todos, como pudiera sugerir esa oración impersonal, sino que lo comparten, al parecer, el firmante del reportaje y los organizadores del festival que encargó a Víctor Nubla una nueva banda sonora para llenar ese supuesto vacío. Porque lo cierto es que Ballet mécanique, una de las más arriesgadas aventuras estéticas de los años veinte, nació como una obra de arte en la que pintura, cine y música no coexistían artificialmente, sino que se integraban en un mismo impulso comunicativo repleto de concomitancias artísticas. Dentro de ese proyecto global, la parte musical le correspondió a Georges Antheil, un compositor norteamericano que se hizo amigo en París de personajes como Joyce, Satie, Yeart, Picasso o Ezra Pound, quien le dedicó su libro Ntheil y el tratado de armonía. La partitura, que conoció distintas adaptaciones posteriores, incluía pianola, un número variable de pianos y numerosa percusión, a lo que se añadía el empleo eventual de timbres domésticos y de dos motores de aeroplano.Antheil estaba convencido de haber inaugurado con ella la cuarta dimensión en la música y llamaba matemáticas del universo a ese fervor por la máquina y el objeto que hacían suyo los demás colaboradores de ese histórico corto, entre los cuales figuraba otro nombre inexplicablemente omitido en la mencionada crónica, el del fotógrafo de la película, Man Ray.-
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