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El iraní Gordji y el cónsul de Francia en Teherán, canjeados en Karachi

El cónsul de Francia en Teherán, Paul Torri, y el intérprete de la Embajada iraní en París, Wahid Gordji, fueron canjeados ayer en el aeropuerto paquistaní de Karachi. El precio de la liberación, el pasado viernes, de Jean-Louis Normandin y Roger. Auque ha sido el fin de la guerra de las embajadas entre París y Teherán y un rescate en metálico cobrado por los autores materiales de los secuestros. Los tres últimos rehenes franceses en Líbano -dos diplomáticos y un periodista- podrán recuperar su libertad a cambio de la de un integrista libanés detenido en Francia y de la retirada paulatina de la flota francesa del golfo Pérsico, afirmó ayer el diario beirutí en francés L'Orient-Le Jour.

El cerco a la Embajada iraní en París y a la sede diplomática francesa en Teherán fue levantado en la noche del domingo al lunes, después de que Torri y Gordji, reclamados ambos por la justicia del país en el que residían, prestaran declaración y fueran inmediatamente embarcados en sendos aviones Falcon-50, alquilados a una compañía privada de aviación.El canje de funcionarios -el iraní sin estatuto de inmunidad diplomática y el cónsul francés- se realizó en una operación coordinada, cronómetro en mano. Prácticamente a la misma hora, el juez de instrucción de París, Gilles Boulouque, que se encarga de los atentados de 1986, y un tribunal islámico, oían las declaraciones de los dos personajes.

Gordji había sido requerido como testigo en el caso de los atentados y el juez Boulouque deseaba preguntarle por sus relaciones con los principales dirigentes de la red de fundamentalistas islámicos que había colocado los artefactos. El tribunal islámico, por su parte, acusó a Torri de contrabando y espionaje 15 días después del requerimiento contra Gordji.

Tormenta de arena

Uno y otro salieron en libertad tras los interrogatorios, mientras los aviones que debían trasladarlos estaban ya preparados para el despegue. El último obstáculo a la feliz terminación de su obligada reclusión en las sedes diplomáticas lo proporcionó una tormenta de arena, que obligó a retrasar la llegada de Torri a Karachi. Casi como símbolo de lo que se ha jugado en esta guerra de las embajadas, el Falcon-50 que le transportaba hizo una escala técnica dentro de Irán, en el aeropuerto de la ciudad marítima de Bander Abas, en pleno golfo Pérsico, donde los barcos procedentes de Europa descargan miles de toneladas, de armamento exportado ilegalmente, a veces con la connivencia de los Gobiernos.A pesar del secreto extremo mantenido por el Gobierno francés, la opinión generalizada es que Francia ha pagado un importante rescate al grupo de secuestradores libaneses y ha cedido a las pretensiones de sus padrinos iraníes al realizar el canje de Gordji por Torri. La retirada de la ficita francesa del Golfo, la resolución de la deuda francesa con Irán, aligerada por la caída del dólar, el indulto para Anis Nacache, que intentó asesinar al ex primer ministro iraní Chapur Bajtiar, y el rcequilibrio en el suministro de armas a Irán e Irak componen el paquete de exigencias iraníes.

El Gobierno de Jacques Chirac ha logrado en el último año y medio la liberación de sus siete ciudadanos capturados en Líbano, pero los diplomáticos Marcel Carton y Marcel Fontaine, y el periodista Jean Paul Kauffman, los decanos de los rehenes franceses, aún permanecen en las manos de Yihad Islámica.

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En este sentido, el periódico beirutí en lengua francesa L'Orienr-Le Jour indicaba ayer que esos hombres sólo serán liberados si París retira paulatinamente las fuerzas navales que ha destacado en los últimos meses en el golfo Pérsico y si el activista islámico libanés Anis Nacache abandona las cárceles francesas.

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