Escaso seguimiento de la huelga general en Italia
La huelga general en toda Italia realizada ayer por las tres grandes centrales sindicales -CSIL, CGIL y VIL-, que juntas solían tener un consenso en el mundo del trabajo de un 90% (cuentan con nueve millones de afiliados), ha sido la más floja de los últimos 30 años. Según los datos de las grandes agencias nacionales, la participación en las fábricas no ha llegado, como promedio nacional, a un 30%. En Turín, la Fiat ha llegado a decir que la participación ha sido sólo de un 14%. El sector del comercio prácticamente ha ignorado la huelga.
Los sectores oficiales, como educación, sanidad y servicios públicos no han superado, según las mismas organizaciones sindicales, el 50% de seguimiento de la huelga, convocada como protesta contra la ley de Presupuestos del Gobierno de Giovanni Goria. Las manifestaciones, si se exceptúa Nápoles -donde desfilaron 10.000 trabajadores llegados de toda la provincia-, fueron escasas, y en otros lugares, como Roma, casi patéticas.
Para CSIL, CGII y UIL, esta huelga era, sin embargo, de gran importancia, porque suponía, a una distancia de seis años de la últinia convocatoria, una prueba del verdadero estado de salud de unos sindicatos que se han visto envueltos en una profunda crisis de identidad y acosados últimamente tanto por los llamados autónomos como por los nuevos sindicatos de base.
Contra el Gobierno
La huelga era contra la política recesiva del Gobierno. Se pedía, corno habían hecho los liberales, causantes de la reciente crisis de Gobierno, "menos impuestos directos y menos gasto público". Pero, justamente ayer por la mañana, el Gobierno de Goria obtuvo la confianza definitiva del Parlamento, por 368 votos a favor, 233 en contra y una abstencíón.
Según las tres centrales sindicales, la prueba no ha sido del todo negativa. Para ellos, los porcentajes de adhesión a la huelga dados por los medios de comunicación no son objetivos y fueron en realidad más elevados Bruno Trentin, dirigente de CGIL, comunista, se ha consolado afirmando que al menos los grandes sindicatos, hoy tan criticados, "no tienen aún el encefalograma plano".
De cualquier modo, al débil Gobierno de Goria la sacudida de la huelga general no le va a impedir seguir adelante. Si volviera a caer pronto, será por otros motivos. Los gloriosos sindicatos italianos de los años setenta, en realidad ya no existen.
La historia de este país está cambiando rápida y profundamente, y hoy CSIL, CGIL y UIL pagan el precio de su excesiva politización y supeditación a los partidos y de su paulatino alejamiento de la base trabajadora, por un lado. Y, por otro, de no haber sabido adivinar que estaban naciendo nuevas clases que no encajan en los cánones del sindicalismo clásico.
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