La historia como mito
Presente y pasado, enlazados por el guiño posmoderno de una perpendicularidad oblicua, se dan la mano en esta convocatoria, cuyo interés y efectismo -en el buen sentido del término de crear efecto- son difícilmente superables. Los tres artistas reunidos son mitos del arte español actual y mitos que alcanzaron la categoría de tal a partir de la obra realizada en la pasada década, en su mayor parte no vista por las nuevas generaciones y, no nos engañemos, tampoco por las anteriores.El caso es que hoy es un hecho común hablar de la "figuración madrileña de los setenta", y que cuando salta el tema en la conversación se desencadenen otros tópicos al respecto: el padrinazgo estilístico de Luis Gordillo,, llamado también gordillismo por la vía fácil de la simpliflcación; o la legitimidad histórica de algunos de los componentes o coincidentes en el grupo original, entre los que Guillermo Pérez Villalta ocupa un papel de protagonista indiscutido, junto a Rafael Pérez Mínguez, Carlos Alcolea, Carlos Franco, Herminio Molero y Manolo Quejido; o, en fin, las ulteriores incorporaciones a este núcleo inicial, de primera o sucesivas generaciones, entre las que Chema Cobo tiene asimismo un lugar emblemático.
Chema Cobo, Luis Gordillo y Guillermo Pérez Villalta
pinturas de los años setentaGalería Fernando Vijande. Núñez de Balboa, 65, Madrid. Del 19 de noviembre de 1987 al 14 de enero de 1988.
Ésa es a grandes rasgos la historia, pero ¿cómo se produjo el mito? Con esta pregunta entramos de lleno en el terreno de la presente muestra, cuya selección de obras de los años setenta, escogidas entre las que pertenecieron a la antigua Galería Bandrés, la anterior sede de Fernando Vijande, debe esconder las claves artísticas.
Contemplada esta obra con ojos de historiador que aprecia no sólo lo que estos neofigurativos hacían en la pasada década sino también qué estaban haciendo los demás, hay en ella unas notas de evidente afinidad estilística, y sobre todo la afirmación extemporánea de lo que posteriormente, bien como actitud estética,o incluso como técnica artística, estaba destinado a triunfar. Aunque enumerarlo puede que para alguno resulte ocioso, quizá para otro no venga mal.
Aquellos pioneros defendieron contra corriente la vigencia de la pintura cuando pintar, incluso pintar moderno, estaba universalmente desacreditado; defendieron la figuración, el eclecticismo, la ironía, la simbolización psíquica e intelectualista, la mezcla perversa de lenguajes y hasta, en cierta manera, lo que podríamos llamar un expresionismo sui géneris. Todos ellos, en cualquier caso, más que identificarse con un mismo programa, convergieron circunstancialmente en una historia que resultó común y de la que con el paso del tiempo cada cual se ha separado a su manera. De hecho, el más diferente a los demás en todos los sentidos, Luis Gordillo, perteneciente a otra generación (nació en Sevilla el año 1934) es el que da la impresión de haber evolucionado de forma más coherente con aquellos principios artísticos de los setenta, sin olvidarnos, por otra parte, que toda la evolución de Gordillo es una constante maquinación pluriestilística, dinamizada por su complejo psiquismo.
Sabiduría o experiencia, el caso es que Luis Gordillo es quien manifiesta aceptar mejor lo que ha ocurrido, pretérito indefinido, pretérito perfecto y presente de indicativo. Según el testimonio escrito de Pérez Villalta y Chema Cobo, en estos dos casos hay, sin embargo, ciertas reservas ante determinadas conjugaciones temporales. Pero ello no quita, ni mucho menos, que su reunión actual ofrezca una plataforma de seguimiento, no por casual menos idónea: no sólo la de tres estilos, sino la de tres momentos escalonados, cerrándose con el último, el de Chema Cobo (Tarifa, 1952), el manierismo, mientras que el intermedio o clásico es representado por G. Pérez Villalta (Tarifa, 1948) y, en fin, el antecedente o "gótico", al decir de G. P. V., está ocupado por Luis Gordillo. En un momento como el actual, marcado por revivals, esta mirada retrospectiva nada significa sobre la ubicación jerárquica que todos ellos pueden ocupar hoy, pero, presente y pasados revueltos, constituye definitivamente una mirada fascinante e iluminadora, sobre todo dada la excelente selección de los cuadros expuestos.
Babelia
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