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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Objetivo inalcanzable

LA PUBLICACIÓN del índice de precios correspondiente al mes de octubre ha arrojado un jarro de agua fría sobre las esperanzas de alcanzar a finales de año la cifra mítica del 5%. En lo que va de año el crecimiento de los precios ha sido del 4,5%, y es poco verosímil que en los dos meses que quedan hasta el final de 1987 el índice de precios se contenga lo suficiente como para respetar las previsiones iniciales.Que el objetivo del Gobierno no parezca alcanzable a estas alturas no quiere decir, ni mucho menos, que se haya perdido la batalla contra la inflación. En primer lugar, porque la evolución del mes de noviembre ha sido otros años muy moderada, fundamentalmente por el descenso estacional de los precios de los productos alimenticios y sobre todo porque la manera de establecer el objetivo para los precios es absurda. Lo lógico, desde el punto de vista económico, es fijarlo en términos de promedio anual; de esta manera se evitan las sorpresas y las posibles manipulaciones que pueden producirse en el corto período de un mes. Desde esta perspectiva, el promedio anual para el presente año se establecerá en torno al 5,3%, lo cual constituye un logro muy respetable, especialmente si se compara esta evolución con la del pasado año (un 8,8% de promedio) o con la de algunos de los países de nuestro entorno, como, por ejemplo, Estados Unidos, el Reino Unido o Italia.Los responsables de la desviación en el pasado mes de octubre fueron los alimentos sin elaborar, que crecieron en un 1,3%, y los servicios (excluidos los alquileres), que lo hicieron en un 0,7%. Los alimentos sin elaborar han crecido en lo que va de año en un 5,8% a pesar de la excelente cosecha, lo cual se debe en parte a la acomodación de nuestro sistema de fijación de los precios agrícolas al que prevalece en la CEE. Se trata, en ambos casos, de sistemas presididos por la irracionalidad económica, y su modificación constituye uno de los temas eternos de discusión entre los países miembros de la Comunidad. En cuanto a los servicios, su aumento (un 7,2% en lo que va de año) se explica por el fuerte crecimiento de los salarios, sin que haya sido posible neutralizar su aumento por ganancias de productividad (que han sido importantes en la industria) o por la repercusión de la modificación favorable de la relación real de intercambio, que ha incidido favorablemente en los precios de importación.

En definitiva, el crecimiento de los precios se encuentra más o menos en línea con lo previsto a comienzos de año, mientras que la actividad económica parece superar las previsiones iniciales. El problema actual consiste en estimar la posible influencia de la reciente caída de la bolsa sobre los mercados de bienes y servicios, si bien tendrá que pasar algún tiempo antes de que puedan realizarse cálculos fiables. Lo que está claro, desde ahora, es que la influencia será negativa desde el punto de vista del crecimiento y que la amplitud de la repercusión dependerá esencialmente de la actitud de las familias, cuyos patrimonios bursátiles han sufrido una importante reducción. Se trata esencialmente de un fenómeno psicológico cuya amplitud es muy dificil de prever, aunque cabe presumir que la repercusión directa en España será relativamente limitada. Las repercusiones indirectas serán, sin embargo, importantes, dada nuestra creciente integración en los mercados mundiales. El ajuste económico norteamericano y la consiguiente caída de los intercambios mundiales de bienes y servicios terminarán afectando nuestro comercio exterior, ya bastante debilitado si nos atenemos a las cifras correspondientes al mes de octubre que acaban de publicarse. Se trata de una perspectiva poco agradable, a la que, sin embargo, conviene adaptarse desde ahora.

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