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El joven crítico de 'Études'

Robert Abirached, director general de Teatro y Espectáculos del Ministerio de Cultura francés, pronunciará esta tarde una conferencia en el Teatre Lliure titulada Lectares de Lorenzaccio. Abirached se halla en Barcelona invitado por la Associació d'Espectadors del Teatre Lliure y el Instituto Francés de Barcelona. Con este acto, la recién instituida Associació d'Espectadors inicia una serie de actividades encaminadas a potenciar la imagen del Teatre Lliure como teatro público.

Conocí a Robert Abirached el mes de septiembre de 1982, en Sitges, con motivo de la entrega de la medalla de oro de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo a su ministro, Jack Lang. Pero conocerle, lo que se dice conocerle, es decir, leerle, le conozco desde mediados de los años cincuenta, en los que no solía perderme la crónica de los teatros de París que el jovencísimo Robert Abirached, entonces un profesor de 25 años, publicaba cada mes en Études, la revista de los jesuitas de la calle Monsieur. Luego he seguido su brillante carrera de crítico, ensayista y profesor universitario. Sus comentarios en Le Nouvel Observateur y la Nouvelle Revue FranCaise; su ensayo sobre Casanova ou la dissipation, que le valió, en 1986 el, el premio Sainte-Beuve; su excelente trabajo sobre Jean Vauthier (1974), y el que, en mi opinión, es su mayor aportación al debate para hallar una salida hacia el nuevo teatro popular: La crise du personnage dans le theatre moderne (1978).Profesor titular de la universidad de Caen (cátedra de Estética teatral), Robert Abirached fue nombrado, en mayo de 1981, consejero técnico para el teatro y la acción cultural del ministro Jack Lang, quien, cuatro meses más tarde, le hizo responsable de la política teatral de su ministerio, nombrándole director general de Teatro y Espectáculos, cargo que Abirached ha venido ejerciendo desde entonces, pese a los cambios ocurridos en su ministerio, y que, según tengo entendido, piensa abandonar pronto, antes de las elecciones presidenciales en el país vecino.

Abirached es un hombre de teatro con ideas claras y precisas, a las que se muestra fiel, dentro de sus posibilidades, a lo largo de esos algo más de 30 años, que van desde su debú como crítico teatral de Études hasta su actual responsabilidad al frente de la dirección general de Teatro y Espectáculos. De estas ideas quisiera destacar un par de ellas. La primera es el eje central de su ensayo sobre la crisis del personaje en el teatro moderno. La necesidad de elaborar una nueva dramaturgia, de la cual, según palabras del propio Abirached, "sortirait le personnage de son hibernation en le livrant au travail d'une nouvelle mimésis" ("saldría el personaje de su hibernación entregándolo al trabajo de una nueva míemesis"), evitando así el manido y excesivamente prolongado recurrir al repertorio de personajes del teatro clásico.

Abirached reprocha a Jean Vilar el haber descuidado la aparición de ese nuevo personaje, es decir el haber puesto casi excesivamente el acento en una labor pedagógica encaminada a popularizar un teatro clásico (Le cid fue el gran éxito del Theatre National Populaire). De ahí el enorme interés que suscita en Abirached el teatro de autor, de ciertos autores, como Vauthier, el creador de ese gran personaje moderno que es Capitaine Bada; como Schéhadé, cuya Histoire de Vasco Abirached ve, en el verano de 1957, en el Festival de Baalbeck, en el Líbano, por la compañía Renaud-Barrault, y que le hizo escribir en Etudes: "Cette grande Compagnie avait besoin d'un auteur, comme Giraudoux était nécessaire á Jouvet ( ... ). Les vieilles traditions sont retrouvées, d'une collaboration entre l'écrivain et les comédiens" ("Esta gran Compañía precisaba de un autor, de la misma forma en que Giradoux era necesario a Jouvet (...). Las viejas tradiciones, las de una colaboración entre el escritor y los actores, vuleven a encontrarse"). O como Vu du pont (Panorama sobre el puente), de Arthur Miller, que el joven crítico vió al año siguiente, en el Théátre Antoine, dirigido por Brook e interpretado por Raf Vallone, y que le hace pensar que esa renovación del teatro popular y moderno puede llegar de Norteamérica, que el nuevo personaje puede surgir en los escenarios de Broadway, como ya ha ocurrido en la novela norteamericana, hasta el punto que el joven crítico se atreve a escribir (Études, julio/ agosto 1958): "Pour ces quelques scénes vues du pont, je donnerais volontiers tout Tennessee Williams..." ("Por esas pocas escenas vistas desde el puente daría de buen grado todo el Tennessee Williams"). Lo cual, desde el punto de vista de la resurrección del personaje, no parece demasiado.

Servicio público

La segunda idea que quisiera destacar de Robert Abirached es su creencia en que el teatro público, entendido como un servicio público, no puede ni debe confundirse con la instauración de un teatro de Estado ni con el populismo. Tal es la afirmación hecha por Abirached al tomar posesión de su dirección general. Una idea que ya defendía cuando, en mayo de 1959, desde las páginas de Études, criticaba la reorganización de los teatros nacionales impulsada por Malraux. Unos teatros para los que el joven crítico pedía mayores presupuestos y un cambio radical en la política de subvenciones. Eso y no otra cosa es lo que viene haciendo, desde el mes de septiembre de 1981, desde su dirección general, a través de una política que ha supuesto el relanzamiento de los Centres Dramatiques y el afianzamiento de una serie de compañías que, con anterioridad a su política, malvivían, ignoradas, mendigando cuatro cuartos en las prefecturas y municipalidades respectivas.Por todo ello, es de agradecer la visita de Abirached para hablarnos de un personaje que, aunque cronológicamente no sea demasiado moderno, sigue siendo rabiosamente actual y al que Abirached conoce muy bien. Para hablarnos de Lorenzaccio en un teatro que nació libre y con vocación de teatro público, es decir alejado lo mismo del populismo que del tinglado institucional.

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