Encuentro en la Moncloa

Soy desde haceaños asidua lectora de EL PAÍS, y desde hace tiempo vengo amasando la idea de participar un poco, o lo que haga falta, en la modificación de las estructuras que no funcionen bien, a mi juicio en este país. To-

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dos participamos en la construcción del mismo, pero al leer el artículo-entrevista de Juan Luis Cebrián a don Felipe, publicado en El País Semanal del pasado 8 de noviembre, me ha acosado la triste idea de que el señor González cree firmemente que lo que se hace en todo momento está bien y es suficiente.

El fin es la salud. Los ciudadanos de a pie, los que siempre hemos entendido que no había otra alternativa, no compartimos esta visión de nuestro presidente del Gobierno. No, señor González, no se debe hacer extensiva a la población la expresión "la democracia es aburrida".

Por otra parte, no se puede perder la esperanza de que el fin de las soluciones a la sanidad es la propia salud. Sabemos que la finalidad de la estructura sanitaria es que toda demanda de salud quede satisfecha, y todos los expertos del mundo (OMS) coinciden en que la forma de llevarla a cabo es la atención primaria.

Si tenemos que seguir teniendo fe en el futuro, lógico sería, pues, que estuviéramos observando un avance administrativo en el funcionamiento de la atención primaria. Los que trabajamos en ella no vemos más que un continuo agravio comparativo respecto a los restantes estamentos sanitarios, no ya en función de sueldos, sino de consideración personal. ¿Cómo es posible que los pioneros de la atención primaria en Andalucía, que llevan ya tres años prestando sus servicios, no vean aún sobre el papel la regulación de sus traslados? Ni siquiera están reguladas las causas especiales, como enfermedad. Señores de la Administración: hagan que las personas que trabajamos por la salud del pueblo sigamos siendo al menos sanas- Francisca Sánchez Martinez. Enfermera del Centro de Salud de Torremolinos