Encuentro en la Moncloa
El señor González dice que "la democracia es aburrida" (El País Semanal del 8 de noviembre de 1987), y digo yo, que naturalmente sólo soy un ciudadano de a pie, que aburrida será la democracia que él entiende y que él y sus colegas, los políticos, todos los políticos, nos dejan practicar. Porque lo que diferencia a las democracias de las dictaduras -al menos en teoría- es que la democracia es un sistema de gobierno abierto a la participación de los ciudadanos -es decir, un juego en el que podemos jugar todos (o sea, en teoría, el más divertido, de todos los juegos)-, en tanto que las dictaduras son un juego en el que sólo unos pocos juegan y el personal aplaude, le guste o no le guste la jugada, que eso sí debe ser aburrido (porque lo de que el personal se divierte jugando a derribar la dictadura no deja de ser un brillante juego mental).
Sin embargo, nuestro presidente dice que la democracia. es aburrida, y sin duda así lo parece; pero no por su condición, sino por la manera como se practica: que sólo nos dejan jugar un día cada cuatro años. Ciertamente que ahora ya no tenemos la obligación de aplaudir siempre y hasta podemos disentir, pero seguimos estando de mirones que no participan. Por eso resulta aburrida la democracia, no porque lo sea, sino porque tenemos que esperar cuatro años para intervenir en el juego, mientras que otros lo hacen todos los días. ¿Se imagina el señor González una partida múltiple de ajedrez en la que el jugador aficionado tuviera que esperar durante cuatro años a que el maestro, entretenido siempre en otros tableros, llegara al suyo para dar réplica a su jugada? ¿Debería por eso el aficionado sacar la conclusión de que el ajedrez es un juego aburrido?Aurelio Mena.
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