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"Mi vida no vale nada", declara Ismael Miquel

"Mi vida aquí no vale nada. Por 20.000 baths (unas 100.000 pesetas) pueden matarme en cualquier momento". Ismael Miquel Gutiérrez, condenado a cadena perpetua en Bangkok como traficante de heroína, fue el dirigente del comando de los GAL que presuntamente asesinó, en diciembre de 1985, al francés Robert Caplanne, confundiéndolo con un miembro de ETA. Ahora lleva más de un año y medio encarcelado en la prisión de Ban Kwang, teóricamente una cárcel de alta seguridad para presos calificados por el propio Miquel como asesinos y grandes traficantes. Allí consiguieron localizarle tres periodistas españoles, entre ellos el enviado especial de EL PAÍS, pese a su evidente hostilidad hacia la Prensa.Miquel, juzgado y encarcelado bajo el nombre falso de Antonio Solero Guidet, que corresponde a la personalidad de un amigo que denunció que su pasaporte había sido robado, negó conocer que España haya solicitado su extradición al reino de Tailandia. La petición llegará hoy por valija diplomática a la Embajada española en Bangkok, coincidiendo con la entrevista que celebrará el ministro de Asuntos Exteriores, Francisco Fernández Ordóñez, con su homólogo tailandés para proceder al intercambio de instrumentos de ratificación que posibilitará la entrada en vigor del convenio hispano-tailandés en materia de prisiones.

Escasa preocupación

Mediante este convenio, los presos españoles que hayan cumplido al menos cuatro años en cárceles tailandesas -ocho en el caso de los condenados a cadena perpetua- podrán pasar el resto de la pena en cárceles de su país de origen. El convenio no afectará, sin embargo, a ninguno de los 20 españoles encarcelados en Tailandia, dado que ninguno de ellos ha superado los tres años de prisión en ese país.El problema parece, en cualquier caso, preocupar escasamente a Miquel o a cualquier otro de los presos españoles. "A mí me queda mucho tiempo aquí", dijo Miquel, quien se mostró escéptico ante la posibilidad de que la visita de los Reyes de España a Tailandia o el próximo cumpleaños del rey Bhumibol, el 5 de diciembre, fecha en la que tradicionalmente se concede una amnistía, puedan beneficiarle.

Bronceado, con buen aspecto y luciendo una barba cuidadosamente recortada, Miquel aparenta menos edad que sus 32 años. Cuando los periodistas le localizaron, se encontraba hablando con su mujer en el inmenso locutorio al aire libre de la prisión.

Aunque Ismael Miquel inicialmente trató de rehuir la entrevista, por fin accedió a conversar brevemente con los periodistas españoles, advirtiéndoles constantemente: "Yo no he dicho nada, sólo os comento el calor que hace aquí", y lanzando constantes denuestos contra la prensa española, "que dice cosas de mí que no son verdad".

Al preguntarle si efectivamente pertenecía a los GAL, se limitó a responder: "Si hablo, me matan unos u otros"; y parecidas respuestas ofreció acerca de las informaciones que le muestran como confidente, en el pasado, de la policía española: "A lo mejor ETA sabe la verdad".

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Miquel dijo no estar seguro de regresar a España una vez que, como la mayoría de los europeos encarcelados en Tailandia, sea indultado. "Algún día hablaré y lo contaré todo", dijo casi a gritos, dadas las dificultades de comunicación en el corredor, separado de los visitantes por una doble reja y un pasillo.

Aunque se quejó de las limitaciones que la legislación tailandesa impone a los presos, que se ven obligados a estar asistidos por un abogado local, con el que la comunicación es habitualmente difícil, Miquel, al contrario que varios de sus compañeros, es el único que ha rechazado cualquier ayuda o contacto con la embajada, información que se contrasta con la presencia de su mujer en la recepción ofrecida ayer a la colonia española con motivo de la presencia real.

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