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Crítica:'JAZZ'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La diosa blanca

Seguramente Anita O'Day no es lectora de El hombre enmascarado ni se ha acercado a los tratados poéticos de Robert Graves, pero desde que nació pudo ver en sí misma a la diosa blanca.Entró como quien acaba de ser invitada y al principio pudo provocar hasta despiste. La sección rítmica, y el impagable James Marentick, en saxos y flauta, abrieron el set y escuchábamos algo que ya valía por sí mismo. Anita empezó a cantar como si se hubiera acercado desde el pasillo y algún amigo la hubiera llamado al escenario. Luego vocalizó y cantó como st la emotividad fuera algo a buscar en el diccionario. Anita se puso dicharachera y pudo llegar a un punto en el que no sabíamos si era Carol Burnett o una invitada a su show. Fue Charles Baudelaire quien dijo hace tiempo que el hecho de que las drogas y el alcohol acompañen al genio demuestra únicamente la fuerza del genio. Anita empezó a cantar May funny Valentine y entonces fue cuando empezó su concierto. 0, al menos, comenzó la emoción.

Pedro Iturralde Cuarteto

AnitaO'Day Quintet VIII Festival de Jazz de Madrid. Teatro Albéniz. 18 de noviembre.

Precisa elegancia

Efectivamente, fue y sigue siendo la vocalista blanca más interesante de la historia del jazz. No andaba por el pasillo sino en la cabeza del cartel y fue ella, precisamente, quien supo dar con Merrill Hoover, el pianista exacto, Marshall Wood, consistente como los mejores de su instrumento, el contrabajo, y James Madison, un nombre escapado de cualquier novela de mucha venta para llegar a la precisa elengancia que requiere la plaza de baterista de una cantante como ella. James Marentick, de la familia de vientos, indicó desde el principio su superior talento y la promesa de un inmediato liderazgo. Pero la noche fue de Anita, ella, tan blanca, tan día en vocativo irlandés y tan definitivamente reina de la noche. En el mastodontismo de los festivales madrileños pocas veces se nos invita a seguir los placeres de la voz. Vino Anita, por primera vez, y pudo ser, para todos Jazz en una tarde de verano, la filmación del festival de Newport en la que muchos empezamos a amarla.Antes y en clamor de bises, que fueron tres, compareció Pedro Iturralde, maestro de saxofones y noches legendarias, un músico del que dificilmente se entienden tanto apariciones como desapariciones en los escenarios de los festivales españoles. Iturralde es tan buen saxofonista que hasta ejerce el empleo de profesor del instrumento en el consevatorio capitalino. Le, que seguramente nadie se acaba de explicar es por qué hace bien lo que hace 20 años ya hacía bastante bien.

Es un ejecutante impoluto -el mensual francés Jazz magazine acaba de reconocer en las alturas uno de sus trabajos discográficos- y, como se suele decir, de no existir hubiera valido la pena inventarlo.

Pero resulta tan incomprensible que, hable de John Coltrane como un "famoso saxofonista" presentando un tema a él dedicado -y premiado -como que aparezca con una rítmica más que notable, Horacio Fumero, en el contrabajo y Pee Wyboris, en la batería, músicos residentes en Barcelona y viejos amigos de siempre. Por aquí, en Madrid, solemos oírle con Víctor Merlo y Carlos Carli. Y el mismo pianista, tan notable, tan magnífico esta noche, Horacio Icasto. Pero la sustitución por los nombres consiguió que allí *hubiera todo menos una rítmica eficaz.

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