Una renovación necesaria
La faceta más importante de la gestión de cualquier presidente de una compañía aérea es siempre la de renovar sus aviones. En marzo de 1985 el entonces presidente de Iberia, Carlos Espinosa de los Monteros, y su equipo directivo eran cesados de manera fulminante por el entonces presidente del INI, Luis Carlos Croissier.La razón fue, al parecer, la decisión ya tomada por Espinosa de renovar la parte de la flota prevista con aparatos de la Boeing, cuyos responsables vieron cómo se les escapaba prácticamente de las manos uno de los denominados contratos del siglo. Espinosa defendería algún tiempo después los intereses de Boeing en España. El nombramiento de Narcís Andreu, hasta entonces presidente del Banco de Crédito Local, tenía por tanto un encargo concreto desde el primer momento, además de intentar poner algo de orden económico en la compañía del INI.
A partir de ese momento se inició una carrera desenfrenada por parte de los fabricantes con aviones adecuados a la demanda de Iberia para demostrar las bondades de su oferta. El tiempo transcurrido desde entonces ha jugado también un papel importante en el desarrollo de la situación, ya que ha sido precisamente durante este período de tiempo cuando varios ofertantes se han puesto al día con la renovación de sus productos o incluso con la creación de los mismos, como en el caso del A-320 de Airbus.
En la línea de salida se situaban los gigantes norteamericanos Boeing, y McDonnell Douglas, el consorcio europeo Airbus, la holandesa Focker y la británica British Aerospace.
McDonnell tenía las cosas algo más difíciles al ser la titular del F-118, avión protagonista del programa FACA. Otro de los aditivos de esta operación de renovación de la flota de Iberia ha sido la polémica entre los fabricantes americanos, que acusan a Airbus de recibir ayudas estatales, mientras que éstos devuelseñalan el papel semejante que desempeñan los pedidos del Gobierno norteamericano.
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