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El infalible método del vuelco del corazón

Rumana de origen, casada en primeras nupcias con el también archifamoso galerista Leo Castelli, Ileana Sonnanbend pertenece a la estirpe de los mejores galeristas del arte contemporáneo: los Vollard, los Kahnweiler, los Maeght, etcétera. Hábiles comerciantes, sin duda, pero poseídos por una auténtica pasión que les hacía apostar por lo que la gente rechazaba, hasta convertirlo en el objeto socialmente más deseado. En este sentido, todos ellos han sido amigos íntimos, cómplices y consejeros de sus artistas, con los que han compartido aventuras, riesgos y éxitos. Por eso mismo, no es extraño que todos ellos, al final, hayan formado excelentes colecciones particulares, de las que no han querido desprenderse ni cuando esas obras han alcanzado los más altos precios del mercado. No en balde esas colecciones forman parte de su propia vida.

Más información
La colección Sonnabend, un recorrido ejemplar por 40 años de vanguardia pictórica

Rasgo singular

En la colección Sonnanbend -que ahora exhibe en Madrid, antes de ser presentada en Burdeos-, un centenar de piezas de 60 artistas diferentes, hay un rasgo verdaderamente singular, y se refiere al entrecruzamiento de lo más representativo de las vanguardias europea y americana. Esta visión excepcionalmente completa se ha logrado sólo gracias a la presencia directa de lleana Sonnanbend en los escenarios donde se estaban produciendo las novedades. Muy creativamente, además, en vez de confirmar en cada sitio lo que veía, lo llevaba a territorios contrarios, fomentando de esta manera el intercambio. En cierto lugar ha declarado lleana Sonnanbend que, en principio, se ha sentido siempre atraída por aquello precisamente que, emocionándola, no acertaba a explicar su razón de ser. Es la reacción que denominaríamos del vuelco del corazón o del vacío en el estómago, la que sienten los verdaderos aficionados al arte ante las experiencias límites de vanguardia. Seguir esta sensación hasta el final requiere información actualizada, sensibilidad y agallas. En cualquier caso, considerando los resultados finales, hay que dar por muy empleado este fecundo derroche de energía.

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