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Crítica:MÚSICA CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Beethoven sin retórica

La reaparición del pianista Manuel Carra constituyó el principal atractivo del segundo concierto de la RTVE, que dirigió Miguel Ángel Gómez-Martínez. El programa -y hay que elogiar el de mano, orientado este año a la consideración de la música como hecho de cultura- estuvo dedicado a Beethoven con la obertura de Prometeo, la Primera sinfonía en Do mayor y el Concierto número 5, Emperador, que hace un par de semanas interpretó la Orquesta Nacional.Manuel Carra (Málaga, 19-14), plenamente dedicado a la enseñanza, verdadero maestro del piano, de cuyas aulas han salido y salen intérpretes tan bien formados en lo técnico como en lo musical (si es que cabe separar ambos conceptos), no prodiga sus actuaciones. Y ello tornaba más atractivo su protagonismo en un concierto grande como es el Último que Beethoven dedicó al piano.

Orquesta Sinfónica de RTVE

Director: Miguel Ángel Gómez-Martínez. Solista: Manuel Carra, pianista. Obras de Beethoven. Teatro Real. Madrid, 29 de octubre.

Los conceptos del profesor malagueño, catedrático en nuestro primer centro de enseñanza musical, responden siempre a criterios de alta exigencia y revelan una sensibilidad artística de altos quilates. No en todas las ocasiones se produce en música el llamado hecho artístico, lo que suele causar un desasosiego generalizado.

Cuando toca Carra, y de modo particular en el caso que nos ocupa, quedó asegurado de entrada ese hecho en el que saber, pensamiento, meditación larga, instinto y creación de un sonido nítido y bello evidencian al máximo las intenciones del pianista.

Quizá no exista ninguna página beethoveniana que no resulte problemática, y el Concierto en Mi bemol no escapa a la regla. Ha de abordarse desde unas dimensiones conceptuales tan vitales como historicistas, pues como toda invención culminante, la de Beethoven acumula pasados, presentes y futuros en cada una de sus instantaneidades.

Es una visión digamos cultural que Manuel Carra cultiva desde el piano y desde el magisterio. Sin concesión alguna a la retórica ni tampoco a la hoguera virtuosística, tuvimos un Beethoven claro e intenso, poético, mesurado y nada prometeico, a pesar de la compañía en el programa de Las criaturas.

La obertura del ballet destinado a Vigano y la Primera sinfonía encontraron en Gómez-Martínez -buen colaborador en el Emperador- y en los sinfónicos de RTVE lectores limpios, apolíneos y de bella sonoridad.

Al final hubo largos aplausos para pianista, maestro y orquesta. Un todo Beethoven que cuenta y contará con muchas adhesiones.

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