El documento final del sínodo no hace referencia al tema de la mujer en la Iglesia
El tema de la mujer en la Iglesia, que parecía uno de los elementos claves del sínodo que mañana concluye en Roma, ha quedado fuera del documento final. Ni el papel de la monaguilla ha recibido respaldo explícito por parte de los padres sinodales, a menos que se incluya en una de las enmiendas de última hora. La esperanzadora visión de los laicos que se desprendía del documento conciliar Lumen gentium no ha encontrado excesivo eco en el aula de debates. Los ministerios con potestad de orden han quedado fuera del alcance de los laicos, y en el caso de la mujer, incluso el diaconado.
Paradójicamente en el texto final del sínodo se asegura que la Iglesia permanecerá firme contra todas las formas de discriminación de la mujer. A pesar de que no se hace ninguna mención sobre el acceso femenino a los ministerios eclesiásticos se afirma que conviene evitar las expresiones que excluyen injustamente a las mujeres.La virgen María sigue siendo ejemplo para todos los cristianos y lo deberá ser de forma especial para las mujeres, según las conclusiones en las que se pide que se restituya la estima por la virginidad y la reverencia a la maternidad.
El cardenal Antonio Innocenti, prefecto de la congregación del clero, se encargó ayer mismo de recordar que los laicos deben guardar respeto al derecho canónico. No pueden leer homilías porque con ello se subvierte el orden jerárquico. Sin embargo, Innocenti sí que hizo una alusión directa al papel de difusores del Evangelio. Otro miembro de la curia, el cardenal Pietro Palazzini, expresó la alarma eclesial por el escaso número de santos laicos existentes en la Iglesia. El prefecto de la congregación para la causa de los santos hizo un especial llamamiento a los obispos para que impulsen y apoyen los procesos de beatificación.
Éstas fueron algunas de las alusiones más directas a los laicos que ayer oyeron los padres sinodales dentro del aula de sesiones. En el exterior, el silencio sigue siendo el habitual. A los informadores no se les facilita ni la dirección ni el teléfono de la residencia donde se albergan los obispos, e incluso se les impide localizarlos a la salida de la sala de sesiones. Los guardias suizos vigilan ese muro de Berlín que separa a los periodistas de los sinodales. La ciudad prohibida a la Prensa abarca la plaza del Santo Oficio, donde se encuentran aparcados los vehículos que transportan desde sus residencias a los padres sinodales. Paradójicamente, Juan Pablo II manifestó anteayer que se había de tratar bien a los informadores, en el transcurso de un almuerzo con quienes canalizan la información hacia la Prensa. Este diario ha intentado ponerse en contacto con algunos obispos, que se niegan a conceder entrevistas, aunque no rehúsan hablar en privado, siempre lejos de la ciudad del Vaticano.
Caos informativo
Toda esta ceremonia de silencio y confusión provoca un caos informativo notable. El ejemplo del papel de la mujer en la Iglesia sirve para ilustrarlo. En el primer borrador de documento final aparecía, mientras que en el segundo ya no figuraba. Ayer algunos diarios italianos daban informaciones opuestas, porque el segundo documento no llegó a los medios informativos hasta bien entrada la tarde y oficialmente no había explicaciones de ningún tipo.Una cosa, sin embargo, parece clara, y es que los movimientos conservadores no van a salir demasiado bien parados de este sínodo. Los obispos han querido aprovechar estas sesiones para afianzar su control sobre este tipo de movimientos. Ayer los padres sinodales realizaron un primer tanteo para elegir al secretariado permanente del sínodo. Ninguno de los presentes obtuvo los 110 votos necesarios que dan la mayoría absoluta.
El arzobispo de Oviedo y ex presidente de la Conferencia Episcopal, Gabino Díaz Merchán, parece el español mejor situado. Díaz Merchán hizo una intervención en el sínodo en la que denunció el infantilismo al que tiene condenado a los seglares la Iglesia.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.