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Takeshita, en el poder

El Partido Liberal Democrático, organización conocida por no ser ni liberal ni democrática, después de la maratoniana sesión que tuvo lugar a principios de semana, puso a Noburu Takeshita al frente del segundo país industrializado más poderoso del mundo. Pese a que Takeshita controla la política japonesa, se le considera, tanto en su país como fuera de él, una pálida imitación del hombre al que sustituye. Su nombramiento ha generado en Occidente sentimientos de déjà vu y de desconfianza. Cuando Nakasone llegó al poder en 1982, los países occidentales le catalogaron como otro japonés conservador introspectivo más. Pero Nakasone se erigió en reestructurador de la economía de su país, a la par que se interesó y tomó iniciativas en asuntos exteriores. Su propia gestión como primer ministro fue su mayor logro. De ahí la consternación de Occidente ante su sucesor. La política japonesa fue dirigida tradicionalmente dentro de una rígida jerarquía sin un dirigente en la cúspide que tomara decisiones. El estilo presidencial de Nakasone le confirió al cargo una importancia sin precedentes en la historia del Japón de la posguerra, ya que logró la transición del sistema de mandarines al de representantes elegidos. Éste es el legado que Takeshita recibirá. Si falla en el intento de continuar la política iniciada, habrá perdido una oportunidad histórica para, ayudar a Japón a amoldarse al papel que debe jugar en el mundo. , 22 de octubre

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