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El taiko, tocar el tambor desde una escalera

Concierto de tambores japoneses de Eitetsu Hayashi en el Círculo de Bellas Artes de Madrid

El solista y compositor japonés Eltetsu Hayashi (Hiroshima, 1952) ofrece hoy en Madrid un concierto de tambores japoneses en el Círculo de Bellas Artes, organizado por la Embajada japonesa. El público Podrá considerar también un espectáculo, al margen de aspectos musicales, ver subido en una escalera a este elegante japonés para tocar un tambor gigantesco de 1,50 metros de alto por 1,50 metros de ancho, acompañado del percusionista Ichiro Hosoya, que tocará un tambor más pequeño, y por Masashi Kikuchi, que hará sonar el skakuhachi, uno de los instrumentos preferidos por los japoneses.

Aunque el tambor japonés ha sido un instrumento tradicional muy utilizado en las orquestas japonesas de siglos anteriores, hasta comienzos de los años setenta de nuestro siglo no existía en Japón un grupo de tambores japoneses que actuara individualmente en teatros y salas de conciertos.Hayashi y su grupo están realizando una gira por Roma, Madrid y Lisboa. Anteriormente actuó en el Carneggie Hall con la Filarmónica de Nueva York y en la ópera de Berlín, junto a percusionistas de la Filarmónica de Berlín, en el concierto organizado por Unicef en 1985: Ayuda para Africa.

En 1971, Eitetsu Hayashi y un grupo de percusionistas formaron el grupo Ondeko-za, adoptando un modo de vida comunal en la isla de Sado. Allí quisieron fundar una escuela de artistas, estableciendo un programa de siete años: los dos primeros serían dedicados a ensayos, y los cinco restantes harían giras por todo el mundo. Su entrenamiento consistía en correr maratones y en ensayar la técnica de la percusión. Hayashi comenta de aquella época: "Nuestro objetivo era desarrollar un sentimiento de unidad entre el corredor y su entorno. Sin embargo, la preparación duró cuatro años y empezamos a actuar en 1975".

Carrera como solista

Tras siete años en los que el grupo se dio a conocer sorprendiendo tanto en Japón como en Occidente el grupo se disolvió y Eitetsu Hayashi, tras un breve intervalo, comenzó su carrera como solista, siendo el primero que se lanzaba en solitario en esta especialidad. "Al principio tuve mis dudas para lanzarme en solitario, porque hasta ese momento no existía ningún solista en esta especialidad".Poco a poco los objetivos de Hayashi se fueron definiendo: "He ido avanzando y trabajando junto a otros músicos de muy distintos estilos: jazz, rock, folk, clásicos y otros, tratando de elevar el wadaiko (tambor tradicional japonés) desde su campo eminentemente tradicional hasta las corrientes musicales contemporáneas. Sin embargo, debo señalar que mi música revela en gran medida influencias de la música coreana, por sus variados ritmos populares y cultos. También me ha interesado la música africana, aunque no me siento identificado con ella", comenta el percusionista.

De la música española conoce el flamenco, que ha escuchado en Tokio, y aunque señala que no ve ninguna afinidad entre su música y la española, cree que tienen una cosa en común: ambas son expresiones muy sentidas por sus intérpretes y el público.

En sus conciertos suele interpretar las piezas tal y como están escritas, pero dejando un amplio margen a la improvisación, "porque la emoción que se crea es fantástica si sale bien. Cuando actúo acompañado por una orquesta intento ser más fiel a la composición".

Música tibetana

Gran conocedor de la música religiosa de Japón, Hayashi admira la música tibetana, el canto gregoriano, la música vocal y la música rock. Ha estudiado música tradicional japonesa y algunos de los principales instrumentos: shakunachi, un instrumento de viento con lengüeta; koto y shamisen, guitarra japonesa, pero no domina ningún instrumento occidental. En Holanda, un grupo de percusión ha mostrado interés por la música de tambor de Hayashi y quiere comprar varios tambores japoneses para interpretar su música. "Me gustaría hacer de puente entre la música tradicional japonesa y la música occidental actual'.Hasta ahora Eitetsu Hayashi ha grabado siete discos de larga duración, cinco cuando estuvo con el grupo Ondeko-za, y los dos últimos como solista. Las audiencias extranjeras han reaccionado con entusiasmo en los conciertos de este solista japonés, e incluso se siente gratamente sorprendido por el gran interés que suscitó su actuación en Europa.

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