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Crítica:MÚSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Música teatral y teatro musical

Con un programa sumamente interesante y difícil se presentó el martes en el teatro Real la Orquesta Municipal de Valencia de la que es titular Manuel Galduf. En unión del Coro Nacional, en formación reducida, y las sopranos Enedina Lloris y Gloria Fabuel, interpretaron una parte de música teatral junto a otra de teatro musical; esto es, El sueño de una noche de verano, de Mendelssohn, y una selección de El árbol de Diana, ópera del valenciano italianizado Vicente Martín y Soler sobre libro de Lorenzo da Ponte.La atractiva pieza dieciochesca "resucitó" en el teatro de la Zarzuela en la temporada de ópera de 1982, dirigida teatralmente por José Luis Alonso y musicalmente por Napoleone Annovazzi. Escuchada en concierto se echa en falta el escenario para el que nacieron estos pentagramas felices, contemporáneos y vecinos de Mozart. Pero las actuaciones de las dos sopranos alcanzaron una rara calidad tanto por lo que toca a la ya casi famosa Enedina Lloris, como por lo que se refiere a Gloria Fabuel, de bella voz y estilo. El coro, preparado por su directora, Carmen Helena Tellez, y la orquesta valenciana lucieron agilidad, general transparencia y respuesta pronta a las indicaciones del maestro Galduf, aunque todo quedase limitado por una cierta inseguridad y un relativo dominio de las partes de más comprometida ejecución.

Orquesta Municipal de Valencia

Coro Nacional. Directora: C. H. Tellez. Sopranos: Enedina Lloris y Gloria Fabuel. Director: Manuel Galduf. Obras de Martín y Soler y Mendelssohn. Teatro Real. Madrid, 5 de octubre.

Todo lo cual se advirtió más en El sueño mendelssohniano, alguno de cuyos trozos (obertura, scherzo) no suelen alcanzar realización absolutamente limpia en ninguna de nuestras orquestas y la valenciana no fue excepción. La labor de Galduf como conductor seguro y autorizado no logró, en cambio, el ambiente encantatorio de tanta sutileza como demanda la música incidental para la obra de Shakespeare. Fue un bello, atractivo y honorable concierto. Imperdonable, aunque sea excepcional, la falta de programas de mano.

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