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Satisfacción vaticana por la actitud socialista sobre las clases de religión

Juan Arias

La decisión del líder socialista italiano, Bettino Craxi, de apoyar la postura vaticana en la polémica sobre las clases de religión le ha valido un aplauso de la Santa Sede en la primera página del diario del Vaticano L'osservatore Romano pero, al mismo tiempo, ha provocado un avispero en los demás partidos laicos: republicanos, liberales y socialdemócratas.Lógicamente, la Democracia Cristiana ha apreciado la decisión del PSI, que le aleja una vez más del partido comunista y le acerca a los católicos.

Ya en los últimos tiempos, el movimiento conservador Comunión y Liberación se acercó a Craxi y polemizó incluso con el líder democristiano, Ciriaco de Mita, a quien estos católicos consideran demasiado "liberal". En un encuentro personal entre Craxi y el fundador de Comunión y Liberación, Don Giusani, este último confió a sus amigos que se había quedado "fascinado" con el líder socialista.

Pero el problema que se le plantea ahora al partido socialista es político. El vicepresidente del Gobierno, Giuliano Amato, socialista, ha ido incluso más allá del mismo Craxi al afirmar que todo lo concerniente a las clases de religión y a su colocación dentro del calendario escolar debe ser dilucidado sólo por una comisión bilateral entre el Estado y el Vaticano, quitando fuerza tanto al Gobierno como a las autoridades docentes.

Tanto la decisión de Craxi como la de Amato fueron ayer duramente criticadas por el director de La Repubblica, Eugenio Scalfari, en un editorial titulado 'Más papistas que Wojtyla', en el que afirma que los socialistas se han puesto a la derecha de la misma Democracia Cristiana, que se ve ahora "atacada por sus corrientes más fuertes de integrismo católico".

Mayoría y minoría

Mientras Craxi insiste, como el Vaticano, en que no se debe discriminar a la mayoría de los estudiantes que desean las clases de religión, las otras fuerzas políticas, apoyándose en el artículo del sábado en La Stampa del prestigioso filósofo Norberto Bobbio, socialista pero siempre en polémica con Craxi, insisten en que lo que se desea hacer es, por el contrario, discriminar a la minoría que no desea acogerse a la posibilidad de asistir a la clase de religión.El líder republicano, Giorgio la Malfa, ha comentado con ironía que el miedo del Papa y de los socialistas a que si la clase de religión se colocase al principio o al final de la jornada pueda tentar a los alumnos a no asistir a ella, es "una ofensa a la madurez de las familias católicas".

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