Autocrítica en el IV Congreso de Epidemiología Psiquiátrica
La invitación a la autocrítica y a la evaluación constante de las terapias empleadas constituye el núcleo central de las conclusiones del IV Congreso Internacional de Epidemiología Psiquiátrica, que ayer finalizó en Madrid.
"La idea más repetida en el congreso, al que han asistido científicos de 22 países, es que los psiquiatras tienen que ser enormemente críticos con su quehacer, preguntándose para qué sirve lo que están haciendo", sintetiza Pedro Enrique Muñoz, organizador del congreso y coordinador del Plan Regional de Drogas.
"Hemos estado evaluando los diferentes modelos asistenciales y los diversos programas de rehabilitación, desde la psicoterapia a los tratamientos biológicos", sigue diciendo el doctor Muñoz.
"Los psiquiatras," afirma, "no podemos seguir siendo seres omnipotentes ni podemos pretender curarlo todo. Si tenemos en cuenta que al menos el 7% de la población padece depresiones ligeras, es evidente que el nuevo papel de los psiquiatras debe ir dirigido a poder diseñar medios de intervención terapéutica que puedan utilizar otros profesiones".
Calidad de vida
Una de las cuestiones abordadas en el congreso por el doctor Corten, profesor de la Universidad Libre de Bruselas, estuvo centrada en la dificultad que entraña determinar si un enfermo está o no rehabilitado, ya que "no resulta, fácil medir la calidad de vida del paciente".Más controvertido ha sido el dilema acerca de si la desaparición del manicomio y la potenciación de hospitales de día favorece o no la salud mental de la población. "No se trata de defender de nuevo el manicomio, sino de reconocer que tenemos dudas acerca de qué es lo que realmente cura".
Las diferencias entre el norte y el sur europeos se han reflejado de forma nítida en las sesiones del congreso, especialmente en cuanto al número de servicios y de camas.
"El norte de Europa goza de más medios en todos los sentidos", declara Pedro Enrique Muñoz. "No obstante, hay que reconocer que, pese a tener la diversidad de medios, no existen grandes diferencias en cuanto a la frecuencia de los trastornos entre la población de una y otra zona".
Estudios recientes de la Organización Mundial de la Salud corroboran que la tasa de esquizofrenia es equivalente en todos los países, independientemente de su desarrollo; por el contrario, las tasas de deficiencia mental son claramente más altas en los países subdesarrollados.
La influencia de los factores sociales en los trastornos mentales ocupó parte de las intervenciones.
"Las mayores exigencias culturales y de consumo dejan fuera a una serie de personas menos dotadas intelectual o económicamente, a las que nosotros no siempre podemos dar soluciones, pero a las que tenemos que atender", concluye Muñoz.
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