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El intermediario admite que los secuestradores conocían detalles significativos de la empresa

ENVIADO ESPECIAL

El intermediario en el secuestro de José María Pascual, Salvador Sastre, abogado de la empresa y amigo íntimo de la familia, reconoció ayer a este periódico que los delincuentes conocían detalles significativos del holding valenciano que no eran públicos en los niveles medios de la empresa. Sastre confirmó que los secuestradores estaban al corriente de que la familia había intentado comprar una finca en Cartagena, por lo que sabían que disponía de amplia líquidez económica.

El abogado explicó que existen datos que permiten sospechar de la colaboración de algún miembro de la empresa en el secuestro, aunque precisó que no hay pruebas concretas y no se puede dudar de personas de confianza que llevan años trabajando en el grupo. En el despacho de la empresa, situado en la calle de Cronista Carreres, trabajan aproximadamente 150 personas y en el holding entre 2.500 y 3.000.

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A las 9.15 del jueves tuvo lugar el primer contacto telefónico con la familia a la que se informó que el empresario había sido secuestrado. El segundo tuvo lugar por el mismo método en la mañana del viernes y los secuestradores preguntaron si la familia estaba dispuesta a pagar la cantidad inicial (1.000 millones). En la tarde del viernes tuvo lugar una nueva y corta conversación donde el abogado dijo que la familia podría conseguir 200 millones con mucho esfuerzo. Una nueva llamada de los secuestradores informó a Sastre que en el kilómetro 315 de la carretera Madrid-Valencia encontraría una carta del empresario donde establecían las condiciones definitivas (300 millones).

A última hora de la mañana del sábado los secuestradores volvieron a contactar telefónicamente con la familia para confirmar la entrega del dinero y, tras recibir una respuesta afirmativa, le indicaron que durante la tarde recibirían las instrucciones para el rescate.

En el siguiente contacto le indicaron que se trasladara a las nueve de la noche a un bar de Valencia, donde recibiría una nueva llamada. El dinero iba empaquetado en cuatro sacos. Le exigieron que llevara pasaporte y los carnés de identidad y de conducir. Era una estrategia de despiste ante la policía. Le exigieron que fuera solo, pero el abogado les convenció para viajar acompañado por Vicente Pascual.

En el citado bar, los secuestradores le indicaron que tirara las sacas en un punto de la autopista del Mediterráneo y siguieran camino a Castellón a 70 kilómetros por hora y luego regresaran a Valencia. Realizaron matemáticamente las instrucciones y al regresar de nuevo al domicilio del secuestrado, alrededor de la medianoche, la familia ya había recibido la llamada de que el empresario sería liberado en breve.

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