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José María Pascual reconoce que muy poca gente sabía que iba a dormir en Valencia la noche de su secuestro

Miguel Ángel Villena

El industrial valenciano José María Pascual, de 54 años, que permaneció secuestrado durante tres días de la semana pasada, reconoció ayer que muy poca gente sabía que iba a dormir en Valencia la noche de su secuestro, ocurrido el miércoles. Tras cenar con tres personas, Pascual decidió no acudir a pernoctar en su residencia habitual, un chalé situado a unos 10 kilómetros de Valencia. Por otra parte, fuentes policiales han mostrado su indignación por la actitud de la familia, que prohibió que se investigara el caso. "Me amenazaron de muerte si avisábamos a la policía", comentó Pascual.

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"Hablé con muy poca gente", señaló el empresario al referirse ayer a las circunstancias de su secuestro, en el transcurso de una conferencia de prensa. "Sí estoy seguro de que lo comenté en la mesa, cenando en el restaurante, donde dije: 'Se hace un poco tarde, ya no podré ir a dormir a casa, tendré que ir al piso de Cronista Carreres, 11", indicó José María Pascual. No obstante, el industrial negó que sospechara de alguna persona de su entorno familiar o profesional como posible contacto con los secuestradores.Fuentes cercanas a la familia descartaron ayer que una persona próxima a José María Pascual hubiera participado en el secuestro, si bien reconocieron que resultaba algo excepcional que el industrial decidiera pasar la noche en su domicilio de Valencia, situado en el mismo edificio que las oficinas centrales de su compañía, en pleno centro de la ciudad. "Es posible que hubieran seguido los movimientos de José María desde hace tiempo", señaló un amigo del empresario. José María Pascual cenó el pasado miércoles en compañía de Isidoro Sánchez, un alto cargo de su empresa; de Francisco Bo, delegado de la firma en Francia; y de un directivo de una cadena francesa de supermercados.

El carácter excepcional del hecho de que Pascual se quedara a dormir en Valencia y que los secuestradores lo esperaran en el ascensor hacia la media noche del miércoles representa uno de los principales puntos oscuros del relato que ayer ofreció el empresario valenciano sobre su secuestro. "O lo llevaban siguiendo mucho tiempo o sabían perfectamente sus movimientos del día del secuestro", comentó ayer a este periódico una persona que conoce el funcionamiento de la empresa, quien añadió que los 300 millones pagados por el rescate significa que los secuestradores sabían que la familia disponía de líquidez.

Amenazas de muerte

Tanto José María Pascual como Salvador Sastre, el abogado que negoció con los secuestradores, remarcaron ayer que prohibieron a la policía que investigara el caso porque temían por la vida del industrial. "Los secuestradores me dijeron que si nos poníamos en contacto con la policía o con la Prensa, me liquidaban", manifestó Pascual. Según el testimonio del empresario, los secuestradores eran jóvenes y hablaban en un correcto castellano sin ningún acento especial, si bien comentó que no pudo verlos apenas porque o bien iban encapuchados o bien le obligaban a situarse cara a la pared.

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Fuentes policiales han mostrado su profundo disgusto por la actitud de la familia, que "prohibió", en expresión de Sastre, que se realizara ningún tipo de pesquisa. De todos modos, la policía valenciana siguió de cerca la evolución. del secuestro durante los tres días que duró. Pascual fue liberado en la madrugada del domingo. Este periódico intentó ayer infructuosamente recabar la opinión del delegado del Gobierno, Eugenio Burriel, quien no ha ofrecido ninguna versión oficial sobre la actuación policial.

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