La paz, el orden y la policía
José María Pascual, al parecer, no se ha visto afectado por el llamado síndrome de Estocolmo que lleva en ocasiones a los secuestrados a simpatizar con sus raptores y a comprender sus móviles. "Cualquier persona que altere el orden y la paz merece un gran castigo. Lo he pasado muy mal. Como católico he rezado y he sufrido mucho por mi mujer y mis tres hijos. Hoy en día es relativamente fácil coger a un hombre, raptarlo y pedir un rescate. Si la gente comienza a hacer estas cosas pueden provocar mucho mal al país y a la sociedad", afirmó el empresario.Tras pagar 300 millones por su rescate, José María Pascual se mostró muy escéptico sobre la posibilidad de recuperar este dinero y apuntó que quizá sus secuestradores se encontrasen ya en el extranjero. Paradójicamente, el empresario reconoció que al mediodía de ayer todavía no había prestado declaración formal ante la policía.
Este industrial valenciano, que dirige un holding que facturó 20.000 millones de pesetas el pasado año, aseguró que el desembolso del rescate no alterará los planes de expansión de la. firma, que pasan por su cotización en Bolsa y por la ampliación de sus actividades. El grupo Pascual, cuya actividad fundamental es la comercialización de productos hortofrutícolas, agrupa 40 empresas.
José María Pascual descartó cualquier móvil político en su secuestro y reconoció haber recibido amenazas en el pasado. En cualquier caso, nunca había dispuesto de protección personal ni sus oficinas tenían especiales medidas de seguridad. Esta actitud contrasta con los impresionantes dispositivos de seguridad con que está equipada su residencia en Torrent.
