Reagan afirma que la SDI proseguirá pese al acuerdo de desarme
"No sacrificaré el programa de defensa espacial", aseguró ayer en una alocución radiada el presidente norteamericano, Ronald Reagan, al día siguiente de que Estados Unidos y la Unión Soviética alcanzasen en Washington un acuerdo histórico para la supresión de los cohetes de alcance intermedio en Europa. Las divergencias que ambas superpotencias, mantienen sobre la polémica Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI), conocida como la guerra de las galaxias, no parecen afectar al pacto sobre los euromisiles, que puede salvar una presidencia que parecía tocada de muerte por el escándalo Irangate.
Como una muestra de que Washington continúa con sus planes de defensa espacial, que siguen siendo el principal punto de fricción en la negociación con Moscú, el Pentágono anunció ayer una aceleración de la investigación y las pruebas de la guerra de las galaxias, justo horas después de que el Senado votara en sentido contrario.La reacción soviética no tardó en llegar. Se trata de una "violación flagrante" del tratado ABM sobre sistemas contra misiles balísticos, aseguraba la agencia oficial Tass, que añadía que con ello se perjudican "seriamente" las posibilidades de "restricciones radicales de las armas estratégicas, por no hablar ya de reducciones". No obstante, en Estados Unidos se considera que también en cuanto a la guerra de las galaxias es evidente una mejor disposición de la URSS a hacer concesiones.
Las divergencias sobre la SDI no afectaban, sin embargo, al clima de euforia que se vive en Washington y la mayoría de las capitales occidentales (la excepción más significativa es París) tras el compromiso anunciado el pasado viernes. En la capital norteamericana, los observadores consideran que Ronald Reagan, desahuciado hace tan sólo unas semanas por el escándalo Irangate, está de nuevo en la cresta de la ola y puede salvar su presidencia.
Los especialistas estiman que se han logrado concesiones importantes de los soviéticos sin apenas contrapartidas, aunque hay algunas voces discrepantes, como la del ex secretario de Estado Henry Kissinger.
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