Libertad para discrepar
Los dirigentes socialistas que asisten a esta concentración anual en Jávea, celebrada a puerta cerrada, coinciden en señalar los efectos "intelectualmente refrescantes" de estas jornadas, en las que priman las intervenciones espontáneas, a pesar de que, según dicen, se dan posiciones teóricas encontradas. Estos portavoces aseguran que al comienzo de las sesiones se estableció el compromiso de que ninguna intervención será utilizada como arma arrojadiza en la vida cotidiana del partido. Se trata de preservar la libertad de expresión y amparar la discrepancia.
Esta libertad de palabra es coherente con la insistencia del vicesecretario general del PSOE, Alfonso Guerra, en señalar a los informadores, que aguardan en la puerta al final de cada jornada para escuchar la síntesis que de lo tratado se les quiera dar, que estas reuniones no son de partido. Para fundamentar esta afirmación, ha insistido que entre los asistentes sólo un 30% observa disciplina partidaria.
Y como no es una reunión del PSOE, sino de la Fundación Sistema, presidida por Alfonso Guerra, no eran muy bien acogidas las preguntas sobre la actualidad de la calle. A los dirigentes socialistas sumidos en la reflexión intelectual les sonaba muy lejana la crisis gallega o los conflictos con UGT. Dicen que en estos días sólo saben lo que leen en los periódicos.
No obstante, Alfonso Guerra aprovechó el viaje y abandonó ayer por un rato el debate para inaugurar la sede del PSOE en Jávea.
En estos días, la armonía ha sido absoluta entre ministros, dirigentes de UGT y del partido y cargos de la Administración. El presidente de la Junta de Andalucía, José Rodríguez de la Borbolla, ha charlado profusamente con los más destacados guerristas del socialismo; los ugetistas José María Zufiaur y Antón Saracibar han compartido pupitre con José Luis Corcuera, porque como ha dicho Guerra, todos los asistentes a Jávea son muy amigos.
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