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Una joven de 13 años se acusa ante un juez de Granada de haber matado a su padre de un disparo en el abdomen

La joven Dolores Rodríguez Herrera, de 13 años, acompañada por su madre y su hermana Vanesa, de seis, se inculpó el pasado miércoles ante un juez de Granada de haber dado muerte a su padre, Rafael Rodríguez, de un disparo en el abdomen. El cadáver de éste fue encontrado oculto tras un muro de ladrillo que ellas habían construido horas antes en el domicilio familiar, en el barrio de la Cartuja, al norte de Granada. Dos jóvenes, de entre 16 y 18 años, de quienes los vecinos de la familia Rodríguez dicen que mantenían relaciones sentimentales con Dolores y con su madre, fueron detenidos ayer, según algunos testigos, por la policía, que, sin embargo, no ha confirmado estas detenciones y mantiene un total hermetismo.

La muerte de Rafael Rodríguez, de 36 años, se produjo hacia las dos de la madrugada del miércoles. Según la versión que Dolores Rodríguez y su madre, Dolores Herrera, de 34 años, relataron al periódico granadino Ideal, al que acudieron antes incluso de presentarse en el juzgado, Rafael mantuvo esa noche una agria discusión con su esposa e intentó acuchillarla. La niña logró apoderarse de la escopeta de caza de su padre y disparó contra él.La madre señaló que a continuación abandonó la casa y erró por la ciudad en compañía de cuatro de sus cinco hijos. A mediodía, madre e hija hicieron acopio de yeso y ladrillos que trasladaron en un carro de mano hacia la casa con intención de emparedar el cadáver, que permanecía bajo una cama envuelto en mantas.

Un conocido que conducía una furgoneta afirmó haber ayudado a la madre y a la hija a llevar hasta la casa su cargamento de albañilería. A ambas les acompañaba un adolescente, presumiblemente uno de los jóvenes que ayer fueron, al parecer, detenidos.

Relato a un periodista

Mientras tanto, en la casa permanecía el hermano mayor, Rafael, de 15 años, que había sido reducido por su madre con ayuda de una cuerda.

Rafael logró desasirse de las ataduras y se deslizó desde la terraza de su domicilio hasta la calle. A continuación corrió a alertar a una tía suya, quien dio cuenta a la policía de lo sucedido.

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Entre tanto, la madre, Dolores y Vanesa se trasladaron de nuevo al centro de la ciudad, por donde vagaron hasta que decidieron ir a la Redacción del periódico Ideal, en donde un redactor atónito escuchó el frío y desapasionado relato y hasta fue invitado a ir a la casa para comprobar el suceso.

A continuación, las dos niñas y la madre, acompañadas por el periodista, marcharon al juzgado de guardia, donde repitieron su historia.

Rafael Rodríguez, cuyo cadáver fue inhumado ayer en el cementerio de Granada, poseía un taller de forjado de hierro, donde construía rejas para ventanas, con la ayuda de su hijo de 15 años, y hace unos meses le tocaron dos millones de pesetas en el sorteo de la ONCE. Los vecinos califican la vida del fallecido de "irreprochable", y dicen de él que era "una persona amable, dispuesta a hacer favores". Estos vecinos añaden que Rafael Rodríguez , al que apodaban El Flecos, era amigo de la caza, y nunca comentó entre sus conocidos sus probables problemas domésticos y que no se oyeron nunca discusiones entre la pareja.

Rafael Rodríguez se casó con Dolores Herrera hace 17 años, y desde entonces habitaban en la casa del barrio de Cartuja.

Antonio Moreno, amigo suyo -"más que amigo, un hermano"-, afirma que Rafael era reservado y no comentaba sus conflictos matrimoniales. "Era tan bueno que no hablaba por no pecar", confirma una vecina de la familia. Un joven pariente de Rafael pereció hace días ahogado en una playa de Granada.

La joven y su madre relataron,- en cambio a Ideal que el cabeza de familia las había amenazado de muerte. "Aquella casa era un infierno", contaron al periodista antes de entregarse y mientras la policía, que ya había descubierto el cadáver, hacía pesquisas para dar con su paradero.

Durante su relato al periódico, ambas aparentaron gran tranquilidad. "Los niños no le querían. Yo no me he atrevido a denunciarle porque le tenía miedo, porque sé que era capaz de matarme". Esta opinión también era compartida por una hermana de Dolores y algunas vecinas que la acompañaron al juzgado.

A media tarde de ayer, Dolores Herrera aún no había ingresado en prisión, y al parecer todavía continuaban los interrogatorios. la joven Dolores, por su parte, se encontraba en un internado regido por religiosas en una barriada al sur de la capital granadina.

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