Bajo la ley del embudo
Tabernero / Niño de Aranjuez, Carretero, Seseña
Cinco toros de Amelia Pérez Tabernero y uno de José Ortega, bien presentados y mansos, excepto el segundo. Niño de Aranjuez: silencio; aviso y ovación. José Antonio Carretero: vuelta; oreja. José Luis Seseña: ovación y saludos; palmas. Plaza de Aranjuez, 6 de septiembre. Segunda corrida de feria.
Las estructuras organizativas de la fiesta siguen funcionando bajo la ley del embudo. Lo ancho para las supuestas figuras (algunas de pacotilla). Lo estrecho para los modestos. Todo lo anterior se puso de manifiesto ayer en Aranjuez. El sábado, las figuritas con toritos cómodos y flojos. Ayer, los tres espadas hubieron de enfrentarse a una gayumbada seria y difícil. Tras las correspondientes lidias, cada diestro se retiraba al burladero con la coló perdida, sudorosos y jadeantes. Un buen aficionado supo ver el embudo y proclamó en voz alta: "¿A ver qué habría hecho Ojeda con estos marrajos?".El único toro por cuyas venas corría algo parecido a sangre brava le tocó a José Antonio Carretero. El matador, tras banderillear desigual, pergeñó una faena larga y anodina. Aunque intercaló algunos buenos redondos, y sobre todo destapó su sentido de la ligazón. En el otro nada pudo hacer, salvo estar valiente y con ganas.
Las mismas ganas que pusieron sus compañeros. El Niño de Aranjuez lo intentó vanamente con sus dos abantos. José Luis Seseña mantuvo también la jaez frente a sus dos toros-bueyes. Pudo incluso dominar de salida a su primero con unos bellos lances. Se adornó con la franela en tres trincherazos de aromático corte antoñetista. En el que cerró plaza de nuevo repitió su arriesgada actuación.
Babelia
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