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Aventurarse a pesar de todo

En las películas de John Hustoi el tema de la aventura es centra y aparece siempre asociado a fracaso. La. aventura es el equivalente de la vida y ésta acaba siempre con la muerte. En una de sus películas menores - We were strangers-, los protagonistas de Huston son unos revolucionario cubanos que, por razones un tanto misteriosas, se ven obligados cavar un túnel a través de un cementerio. La imagen es perfecta aunque de ello no puede deducirse que las películas de Huston sean sombrías. Los personaje resultan más o menos cínicos, la vida les habrá insuflado dosis de escepticismo en grados muy variables, pero siempre acaban por embarcarse en un nuevo viaje. Humphrey Bogart borrachín derrotado de La reina de África no quería que una solterona puritana como el personaje interpretado por Katherine Hepburn convenciera de la viabilidad de un viaje imposible pero, cuando se encuentra metido en él, lo agradece. La aventura significa existir sobre la tierra, poner la vida en juego. La aventura, teñida de nostalgia o no, siempre vale la pena porque, para Huston es lo único que vale la pena. El héroe de La jungla del asfalto vive su accidentado trayecto vital esperando reconciliarse con la infancia, con el territorio natal con una tranquila existencia de cuidador de caballos. Y lo cierto es que lo logra, aunque sólo se por un momento porque ya viaja herido y llega a las praderas con una bala en el vientre.Capacidad de entusiasmo

John Huston nunca ha sido un estilista, un director minucioso, que fuera posible identificar por la manera de mover la cámara por una idea muy determinado del plano. A veces parece formidable su debú con El halcón maltés es impresionante-, en otras es vulgar. Su talento y capacidad de entusiasmo depende de la causa a que se entregan. Para Huston rodar correctamente una superproducción como La Biblia carece de interés, en cambio mostrar a los boxeadores destruidos y sin futuro de Fat City sí merece el esfuerzo.

La última vez que vi a Huston fue durante la rueda de prensa de Bajo el volcán, en Cannes. Respiraba cón dificultad, no parecía muy contento con la película, aunque eso no le impidió hablar con acierto y amor de Lowr .Para muchos de los que estábamos allí aquella era su última película -luego El honor de los Prizzi demostró que estábamos equivocados-, pero él se negó a darle este aire testamentario. No importaba participar en la selección oficial, y hacerlo en términos de competición, aunque no creía en los concursos culturales. En filme hay grandes errores pero hay secuencias impresionantes que sólo borrachines vitalistas, como Finney y Huston podían lograr. Además, en esta adaptación imposible de la novela puede que se perdieran muchas, demasiadas cosas, pero siempre quedó ahí, en el centro, presidiéndolo todo junto a las calaveras, cementerios y botellas de alcohol, la idea de que lo único realmente imposible es "vivir sin amor".

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