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La familia asegura que ha enterrado a Hess en secreto

Rudolf Hess, el lugarteniente de Adolf Hitler, fue enterrado ayer en secreto en un cementerio no dado a conocer, según aseguró la familia. De ser así, el último criminal de guerra condenado por el Tribunal de Nuremberg no habría podido ser enterrado en la pequeña localidad bávara de Wunsiedel como era su deseo por temor a que la ceremonia se convirtiera en un acto de exaltación nazi.

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Según la versión oficial, Hess se suicidó el lunes día 17 en la prisión de Spandau, en Berlín, donde permaneció encarcelado los últimos 41 años de su vida.Según un comunicado de las potencias aliadas en Berlín (Estados Unidos, URSS, Reino Unido y Francia) hecho público ayer Hess se suicidó ahorcándose con un cable eléctrico del marco de una ventana en la caseta de jardinería de la cárcel. Este comunicado desmiente anteriores informaciones aliadas según las cuales Hess se habría estrangulado.

Según informó ayer la familia en un breve texto transmitido al alcalde de esta pequeña ciudad, Karl Walter, por el sobrino del muerto, Wieland Hess, "a la vista del desarrollo de los acontecimientos, sobre los que la familia no tiene influencia alguna, nos hemos sentido obligados a cumplir el espíritu del deseo de Rudolf Hess". La familia señala que el deseo de éste era ser enterrado dignamente, en absoluta calma y en un marco de intimidad familiar en el cementerio de Wunsiedel.

El ambiguo comunicado de la familia Hess no menciona cuál de los deseos del muerto -calma, dignidad, círculo familiar o cementerio de Wunsiedel- no fue cumplido.

Se da por seguro que no ha podido ser enterrado en este cementerio. El panteón familiar está intacto desde hace días y, dada la constante vigilancia de decenas de periodistas en las entradas, es prácticamente imposible que el cadáver pudiera ser introducido en el cementerio sin ser visto.

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El abogado de Hess, Alfred Siedl, señaló en Múnich por la mañana que "los aliados pusieron condiciones a la entrega del cuerpo de Hess". La principal era que el sepelio se realizase en un círculo estrictamente familiar al margen de toda posible capitalización política. Sin embargo, Siedl aseguró que el entierro se realizaría según estaba previsto. Ni siquiera el infarto que, según algunas informaciones, sufrió el hijo del muerto, Wolf-Rüdiger Hess, haría variar el programa, aseguró. Dos horas más tarde la familia comunicaba al alcalde de Wunsiedel que Hess había sido enterrado ya en un cementerio no especificado.

La confusión ayer en el pueblo de Wunsiedel era absoluta y muchos de los periodistas que desde hace días esperan ante el cementerio dudaban de la versión de la familia y aludían a posibles maniobras de distracción para evitar la presencia masiva de nazis mañana en la ceremonia. Otros, sin embargo, indicaban que la decisión de enterrarle en secreto podría obedecer a presiones de las fuerzas aliadas y de las autoridades federales alemanas.

Posibles presiones

En vista de los incidentes habidos en los últimos días en la localidad, con numerosas detenciones de neonazis y el pueblo amenazado con convertirse en un santuario para el peregrinaje de la extrema derecha, la familia podría haber sido obligada a poner fin a la comercialización del cadáver que ya ha tenido graves repercusiones de orden público.

Ayer se produjeron nuevas detenciones de neonazis en controles instalados por la policía bávara en todas las carreteras de acceso a Wunsiedel y se requisaron diversas armas y abundante material de propaganda nazi llamando a vengar el asesinato de Hess.

La policía bávara advirtió ayer que mantendrá su despliegue en toda la zona en previsión de que "frustrados los preparativos para una concentración en el sepelio, grupos neonazis intenten venir aquí a manifestarse", tal como señaló el jefe del mando especial de la policía, Martin Oester. Hasta medianoche del jueves se mantiene en la ciudad la prohibición de toda reunión al aire libre.

El hijo de Hess, por su parte, se encuentra en la clínica de la universidad de Munich tras sufrir el derrame cerebral en la noche del domingo, según confirmaron fuentes del propio hospital.

Wolf-Rüdiger Hess, que durante una semana ha cuestionado la versión oficial de los aliados sobre el suicidio de su padre y suministrado información exclusiva sobre éste al diario sensacionalista Bild, no pudo asistir al entierro de su padre en caso de que éste tuviera lugar. El malestar por el tratamiento informativo que ha dado a la muerte de su padre y a los preparativos del entierro han hecho a algunos periodistas dudar incluso de que sea cierta la información del derrame cerebral.

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