Otro presidente

Una de las cosas que el juicio sobre el Irangate-contra ha demostrado es que EE UU necesita unas elecciones presidenciales. Todos reconocen que ha habido un incumplimiento de la Constitución. La nación está profundamente dividida sobre quién es el culpable y está claro que este conflicto no tiene otra solución que empezar de nuevo.Esta espectacular polémica sobre la mala gestión de la política exterior ha puesto de manifiesto las deficiencias existentes y que hay arreglar esta situación. Lo que ha faltado, y todavía falta, es la confianza en las relaciones entre la Casa Blanca y el Congreso, ingrediente esencial de todo Gobierno democrático. Entre el presidente y el Congreso existe todavía un desacuerdo fundamental respecto a la política con Irán y Nicaragua y sobre los métodos secretos que ha utilizado la,Administración para llevar a cabo esta política.

Si el presidente conocía o no la distracción de fondos hacia la contra es un escándalo, pero no es lo esencial. Lo más importante es que el poder legislativo y el ejecutivo tengan confianza el uno en el otro, que respondan el uno del otro, porque de otra forma no se puede gobernar. El sistema que North critica ha acabado por atraparlo. Es un consuelo, pero aun así siguen siendo necesarias unas elecciones. El juicio ha dado algunas pistas sobre lo que hay que buscar: alguien que luche contra el declive de la honestidad y restaure la confianza y cooperación perdidas.

16 de julio