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EL JUICIO DEL 'CARNICERO DE LYÓN'

El jurado condena a Klaus Barbie a cadena perpetua

Lluís Bassets

Klaus Barbie, el ex comandante de la Gestapo conocido como el carnicero de Lyón, de 73 años, ha sido condenado esta madrugada a reclusión criminal perpetua después de que el tribunal emitiera el veredicto de culpable por crímenes contra la humanidad cometidos durante su actividad como jefe de la policía secreta en Lyón durante los años de la ocupación alemana, entre 1942 y 1944. El veredicto obtuvo la mayoría de los votos del jurado -como mínimo de ocho sobre los 12-, compuesto por tres magistrados profesionales y nueve ciudadanos elegidos a suerte, tras dos meses de juicio.

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El veredicto fue leído minutos después de la medianoche por el presidente del Tribunal, André Cerdini, durante más de media hora, ante una sala abarrotada de público y periodistas.El reo escuchó de pie y sin inmutarse la dura decisión, con el rostro emblanquecido por los focos que iluminaban el estrado para permitir la filmación videoscópica que quedará guardada en los archivos judiciales y será accesible al público sólo dentro de 20 años.

Numeroso público se había ido congregando en las afueras del palacio, ya desde la seis de la tarde, en el momento en el que tribunal se encerró para deliberar y realizar la votación.

La preceptiva intervención final de la defensa había conseguido crear la impresión de que el tribunal podría producir una sentencia matizada, en la que se diferenciaran los crímenes sobre los que existen pruebas y testigos de cargos de las imputaciones mas imprecisas o con testigos y pruebas contradictorios.

El tribunal consideró además que no existe ninguna circunstancia atenuante y contestó positivamente a las 340 preguntas que fueron formuladas en las que se establecían los niveles de culpabilidad del acusado.

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En el momento de dictarse la sentencia, gran parte del público prorrumpió en aplausos, a la vez que se oían algunos silbidos de reprobación.

La decisión del tribunal fue, esta madrugada, como una descarga de tensión, después de una larga y calurosa espera y después también de la brillante defensa realizada por Jacques Vergès, que consiguió demostrar, como mínimo, la debilidad de algunas de las imputaciones y la trágicas flaquezas de la memoria en buen número de testigos, cuando han pasado más de 40 años.

Vergès había pedido la absolución de su cliente, "en nombre de la humanidad, de la ley y de Francia", después de un alegato trazado, en muchos momentos, sobre el filo de la navaja, rozando la banalización del nazismo y del holocausto judío, por un lado, y, la descalificacion de personajes y episodios de la historia francesa más reciente, desde León Blum hasta el presidente François Mitterrand.

Vergès supo compensar los peligros de un discurso de extrema derecha mediante la contundencia y la brillantez de su demolición de pruebas y testigos, con reiteradas referencias a su propia biografía de combatiente con las fuerzas de la Francia Libre, muestras de respeto a la memoria histórica y al dolor de muchos testimonios y partes civiles, y un calculadísimo martilleo sobre el interés de Francia y de su honor en un proceso justo.

Sesión tensa y dura

La última sesión, con la sala convertida en una caldera de calor y de tensión psicológica, fue especialmente dura. Ayer abundaron las exclamaciones, los murmullos de indignación y los movimientos nerviosos en los bancos civiles y de los abogados.

Vergès se empleó a fondo por la mañana para intentar desactivar la acusación de mayor entidad: el rapto y deportación de los 44 niños de la colonia judía de Izleu en 1944.

Consiguió demostrar que Barbie se hallaba combatiendo contra el maquis en el Jura el mismo día de la redada infantil. Pero su firma, bajo el telegrama hallado por el acusador Serge Klarsfeld, seguía y sigue acusando al ex comandante nazi. Pudo no estar, pero firmó la orden y el parte de su ejecución.

El único sistema de neutralización de la contundencia de esta prueba fue el intento de desprestigiar a Klarsfeld, su labor como historiador y al Centro de Documentación Judía, donde fue hallado el original del documento. Para Vergès, el telex de Izleu es falso y sólo la realización de un peritaje técnico, que el juez instructor no quiso impulsar, hubiera permitido resolver la duda.

El Centro de Documentación Judía, donde según Vergès se encuentran los documentos sobre los judíos colaboracionistas cuyos delitos durante la guerra han quedado impunes, es el vivero donde se prepararan pruebas falsas como la de Izieu, afirmó el defensor de Barbie.

Una prueba accesoria de la escasa fiabilidad de algunos documentos utilizados en este proceso la proporcionó Vergès en el análisis de la foto, ya famosa, de un joven oficial alemán, al que se identifica con Barbie. Este oficial pertenece al ejército y no a las SS, y no es Barbie. Esta tesis y el rechazo de la veracidad del telex de lzieu, sin embargo, no son nuevos. Hace varias semanas el semanario de extrema derecha Minute adelantaban estos argumentos de la defensa.

En el último tramo del alegato, Vergès atacó la noción de crimen contra la humanidad y se levantó contra quienes quieren, dijo, "monopolizar el estatuto de víctimas".

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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