De Freud a Lacan, un recorrido inacabado
Falta poco tiempo para que se celebre el primer centenario de la invención de Sigmund Freud y, sin embargo, el psicoanálisis sigue produciendo acalorados de bates en todas las culturas donde se ha introducido su práctica. Es un hecho la obligada referencia a Freud, una de las personalidades más importantes y controvertidas de nuestro, siglo. Son un hecho, también, las reacciones diversas que el psicoanálisis produce: idealización o rechazo, pero nunca indiferencia.Estopuede llevarnos a reconsiderar la conmoción que el fenómeno provocó en la Viena de 1900, entre quienes detentaban el saber médico o psiquiátrico y que hoy, en 1987, sigue haciendo correr ríos de tinta, revitalizado el, debate por la enseñanza de Jaeques Lacan, quien durante 30 años. de seminario público en París no dejó de aportar nuevos elementos a la confrontación creada con otros ámbitos del pensamiento -donde su influencia ha sido notoria-, como en el caso de la antropología estructural, la sociología, lingüística, filosofía, matemáticas, etcétera.
Una de las últimas muestras de los efectos de este debate podemos hallarla en la reciente publicación en -España de La Alfarera celosa, obra de Levi Strauss en la cual es fácil detectar la presencia del psicoanálisis como interlocutor. La lista de pensadores y científicos que se ocuparon seriamente del psicoanálisis es extensísima. Baste recordar a algunos de ellos: Ortega y Gasset, Foucault, Derrida, Jacobson, Gómez Pin, Deleuze, etc.
El cuidadoso rigor con que Lacan investigaba los fundamentos de la práctica analítica y sentaba las bases de su teoría ha despertado de su letargo a los mismos psicoanalistas, con una exigencia de trabajo que ha supuesto un enorme avance en la eficacia de este dispositivo tan particular que es la cura psicoanalítica. Sin embargo, este avance notable no ha aliviado en modo alguno el conflicto con las otras ramas del pensamiento de nuestra época, e incluso ha sido .determinante para generar una mayor polémica dentro del propio mundo del psicoanálisis (recordemos que Lacan fue expulsado de la Asociación Psicoanalítica Internacional en 1963).
Detodas maneras, no podemos dejar de apreciar estas tensiones como algo positivo, puesto que, como el mismo Freud contestó a Jung cuando éste le preguntara por las formas de vencer las resistencias al psicoanálisis, "acabar con las resistencias sería acabar con el psicoanálisis".
¿Qué revela, pues, la invención freudiana para ser tan perturbadora? ¿Qué ocurre para que entre los mismos psicoanalistas surjan diferencias, escisiones, grandes pasiones y hasta pequeños grupos recelosos con respecto a los demás, como si de una nueva forma de gueto o marginación se tratase?
La respuesta puede estar en una frase de Lacan: "No hay nadie a quien la verdad no le incumba personalmente". Bien es cierto que la verdad que transmite el psicoanálisis dista mucho de ser una revelación mística o religiosa. Es una verdad liberadora, pero, paradójicamente, no queremos saber nada de ella -es inconsciente- y aun cuando queremos, no se nos entrega fácilmente al pensamiento, al entendimiento. Es necesaria la experiencia psicoanalítica para vivir con arreglo a esta verdad. Por otro lado, aunque se la reprima no deja de producir efectos: retorna, insiste bajo las normas del síntoma, el sueño, el lapsus o el chiste. Quién más, quién menos reconoce que estos fenómenos quieren decir algo", pero no se sabe qué.
Por esta razón, tanto la psiquiatría como aquellas otras disciplinas que se ocupan de encontrar un significado a la acción o al decir humano -en lo que tiene de insensatez-, intentan vanamente dar una explicación tipificadora en unos casos, moralizante en otros, como podemos detectar en aquellos trabajadores para la alienación social que pretenden adaptar a los sujetos a la realidad o al medio.
El psicoanálisis, al contrario, nos enseña a reconocer que las neurosis y las psicosis son modos de existencia de los sujetos, en los cuales las llamadas manifestaciones patológicas son un intento, a veces muy exitoso, de mantenerse en la existencia o de vivir de acuerdo con un deseo. En casos como los de Hölderlin o Joyce (ambos psicáticos), estas manifestaciones son una solución en sí misma -la escritura. En otros, el psicoanálisis elimina el sufrimiento y los fracasos que impiden alcanzar una estrategia para la existencia o un acuerdo con el propio deseo.
es psicoanalista. Miembro del Ámbito Madrileño del Psicoanálisis.
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