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Políticas suecas denuncian la compra de extranjeras elegidas por catálogo

Un insólito comercio de mujeres orientales ha sido denunciado al ministro de Justicia, Sten Wickbom, por una delegación de mujeres pertenecientes a los partidos del centro y democristiano. Según manifestaron las denunciantes, un ciudadano sueco puede recibir a domicilio una chica de 20 o menos años de Filipinas o Tailandia, que previamente ha encargado por correo seleccionándola de un catálogo, pagando a cambio una suma de 7.000 coronas (unas 140.000 pesetas).En el caso de que el cliente no esté conforme con la chica, una vez conocida, puede devolverla a su país de origen, por lo que se trata de un negocio sin riesgos para el hipotético comprador.

El grupo de políticas que ha denunciado tales prácticas presentó al ministro de Justicia un aval de 11.000 firmas que solicitan se ponga fin a este comercio, denigrante para todos sus protagonistas, así como para la sociedad que permite que hechos como éstos puedan tener cabida en su seno.

Ofertas con fotografía

La manera de realizar la operación no es, contra lo que pudiera parecer, excesivamente complicada. A través de anuncios publicados en determinadas revistas y periódicos se hacen las ofertas y luego se envía a los interesados un catálogo con la fotografía y demás características de las muchachas, así como una relación de costes.Aunque hay excepciones en que la historia tiene un final feliz, en la mayoría de los casos es el maltrato, la prostitucióno la devolución al lugar de origen lo que espera a las jóvenes mujeres orientales que se arriesgan a entrar en este particular intercambio.

Procedentes de países castigados por la miseria, muchas de estas mujeres ven en el ofrecimiento de trasladarse a Suecia la posibilidad de escapar a un destino sin esperanzas.

Las mujeres vienen con el visado ya tramitado y, una vez en Suecia, se supone que contraerán matrimonio con el importador, lo que les da la posibilidad de permanecer en el país. Pero todos sus derechos provienen de su condición de mujer legal de un sueco, lo que las hace totalmente dependientes de éste, un tipo de hombre que, a tenor de los hechos, no suele actuar precisamente por sentimientos generosos o humanitarios.

A estos problemas hay que agregar las dificultades que plantea el desconocimiento del idioma así como las diferencias culturales, que hacen todavía más difícil la situación de las mujeres. El número exacto de los casos implicados en este peculiar comercio denunciado ahora por los partidos políticos no se conoce con certeza, pero se estima que al menos entre 3.000 a 4.000 mujeres se encuentran en estas condiciones.

El ministro de Justicia prometió a la delegación que trasladaría el problema a la policía y las autoridades de inmigración, sin perjuicio de estudiar la posibilidad de abordar una modificación en las leyes existentes.

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