La esperanza se llama Felipe
Según han ido pasando los meses desde que se iniciara el proceso negociador el 10 de julio del pasado año, los negociadores norteamericanos han quedado sorprendidos de la firmeza de la posición española. Y el convencimiento de que se trataba de una posición "firme y coherente", que tenía como punto "irrenunciable" el desmantelamiento de Torrejón, parece que finalmente va siendo asumida por los norteamericanos.En las primeras rondas negociadoras -en julio en Madrid, en octubre en Washington y en diciembre en Ma¡rid- los americanos "no nos tomaban en serio", admite una fuente española. Y fue necesario que el ministro de Exteriores, Francisco Femández Ordóñez "le montara la bronca a Shultz" en Bruselas, durante su asistencia al Consejo Atlántico de invierno, cuando le reiteró que si no se llegaba a un acuerdo sobre la reducción de bases, no habría nuevo convenio hispano-norteamericano.
El secretario de Estado reaccionó con dureza a las declaraciones de Femández Ordóñez y terminó diciendo que si continuaba la dura exigencia española (concretada en la salida de los F-16), Estados Unidos podría replantearse la conveniencia de mantener su presencia militar en España.
El siguiente mensaje de Washington fue la visita a Madrid, a mediados de marzo, del secretario del Pentágono, Caspar Weiriberger. Al término de su viaje Weinberger destacó el carácter viial de la presencia de los F-16.
Para Washington, "la esperanza se llama Felipe", como admitiera un cualificado diplomático de EE UU, en referencia al peso político que le daba al presidente del Gobierno su renovada mayoría absoluta electoral, recordando su compromiso para superar el difícil problema del referéndum sobre la OTAN.
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