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La permanencia de Léotard en el Gobierno conjura el peligro de crisis en Francia

Lluís Bassets

No habrá crisis de Gobierno por el momento en Francia. El primer ministro y presidente del RPR (Asamblea para la República), Jacques Chirac, comunicó ayer al ministro de Cultura y socio de coalición, como dirigente máximo del Partido Republicano (PR) François Leótard, su satisfacción por la decisión de permanecer en el Gobierno, anunciada a medianoche del sábado en el congreso del décimo aniversario del PR.

El primer ministro francés había pedido a François Léotard que optara por seguir realizando declaraciones e interviniendo en la política francesa como líder republicano o seguir participando en el Gobierno.Léotard, en su discurso nocturno, aseguró ante el entusiasmo de 10.000 partidarios que permanecería en el Gobierno y seguiría manteniendo su libertad de expresión.

El enfrentamiento entre el primer ministro y el titular de Cultura ha colocado a la coalición derechista que gobierna Francia desde el 16 de marzo de 1986 al borde de la ruptura.

El joven ministro republicano se considera autorizado a llevar su propia política en el horizonte de las elecciones presidenciales de 1988 y a pensar en la eventualidad de su propia candidatura.

Su partido se siente marginado o relegado al papel de comparsa en muchas decisiones del Gobierno que preside Jacques Chirac y principalmente en la distribución de los puestos claves del poder del Estado.

'Chirac, traidor'

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La percepción que tienen los militantes del PR queda reflejada en el eslogan entonado el sábado por la noche, en Fréjus, la localidad provenzal cuya alcaldía ocupa Léotard, donde se celebró el congreso: Léo, presidente; Chirac, traidor.La aceptación por parte de Chirac, en un telegrama mandado ayer a su ministro, de su mantenimiento en el Gobierno y de su preservación de la libertad de expresión se explica por la existencia de un compromiso de disciplina dentro del Gobierno a cambio de salvar la autonomía del dirigente republicano ante sus seguidores.

Entre el huevo y el fuero, Jacques Chirac se ha quedado con el primero, en una nueva demostración de pragmatismo, y Léotard se ha quedado con un fuero que no ejercerá, al menos en principio.

El precio por la preservación de la unidad de la mayoría recae en mayor medida en Chirac, que no hace efectiva su exigencia de escoger entre el silencio o el abandono de la poltrona ministerial.

La imagen de Léotard, en cambio, surge reforzada ante sus partidarios y ante el propio electorado, después de este folletín que ha mantenido paralizado al Gobierno durante cinco días.

Todos los portavoces de la mayoría gubernamental que manifestaron sus opiniones ayer domingo expresaron una clara sensación de alivio por la superación de la crisis.

Los comunistas, en su semanario L'Humanité Dimanche, aseguraban ayer que Ia crisis de Gobierno ha terminado en crisis de risa", y los socialistas no dejan de señalar algo que es cierto: que Jacques Chirac ha tenido que desandar el camino de sus amenazas.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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