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Tribuna:LAS ELECCIONES DEL 10 DE JUNIO
Tribuna
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Autonomía, progresismo e izquierda

Una pregunta. que con frecuencia, y no sin cierta perplejidad, se hace la gente es qué cosa sea la comunidad autónoma,de Madrid. Utilizo el sea en lugar del es por lo que la cuestión lleva de hipótesis y no de realidad.La formulación más brillante que el poder ha acuñado para dar fe de vida de la autonomía madrileña ha sido una frase con tosca evidencia de Perogrullo, pero sin la sutileza ni la sabiduría popular que toda verdad de Perogrullo encierra. La expresión "vivimos en comunidad" es muestra de indigencia conceptual y de orfandad teórica; es una redundancia que ni siquiera es válida como figura retórica.

Vivir, por sí solo, es ya un acto comunitario, sin que ello implique un modelo de sociedad o de Estado. Se vive en comunidad en el bar, en la oficina o en la cola del autobús. Como aquellos grupos de gentes a los que la historia cogió, a contrapié o a destiempo, el partido en el poder hoy ha llegado a la decadencia sin haber pasado por la etapa histórica del esplendor.

Uno está tentado, a la vista de lo que el PSOE parece entender por autonomía, de explicarse la madrileña por dos principios de naturaleza contradictoria: uno físico y otro teológico. El primero se refiere a la condición móvil y versátil de algunos cuerpos que adoptan la forma del recipiente que los contiene. Al no estar determinados ni continente ni contenidos, la comunidad autónoma de Madrid es un concepto abstracto, invisible, vagamente geográfico, y nada más. El otro principio, el teológico, alude directamente a la fe y, por tanto, es de naturaleza dogmática: creer lo que no vimos.

Así que, después de cuatro años de simulacro de gobiernon autónomo, todavía nos preguntamos, dejando a un lado la teoría teocéntrica del poder que sustenta el PSOE, qué cosa es la comunidad autónoma de Madrid; cuál es su razón histórica; cuáles sus competencias; de dónde proceden sus señas diferenciadoras. Nos preguntamos, en suma, cuál es su identidad. Y la verdad es que no debiera ser tan difícil llegar a una conclusión. Bastaría con volver la vista a Antonio Machado y recordar sus versos "¡Madrid, Madrid! ¡Qué bien tu nombre suena, / rompeolas de todas las Españas!", para concluir que la historia de Madrid es una historia doble de integración y de resistencia. "Rompeolas de todas las Españas" es un verso emblemático que resume no sólo una gesta, sino la naturaleza de gran placenta, acogedora y solidaria, que configura la fisonomía espiritual de Madrid.

El "no pasarán", lema universal de la resistencia, fue un grito insurgente, necesario para la épica de la supervivencia. Mas por Madrid pasa todo el mundo. Pasa y se queda. Frente a sucesos adversos, Madrid tiene temple de resistente; para asumir cualquier tipo de incitación cultural, le llegue de donde le llegue, Madrid tiene moral hospitalaria y amplitud de encrucijadas. Madrid es un gran cruce de caminos. En este lugar, pues, de tránsito y de síntesis, se asienta el proyecto de Madrid como comunidad autónoma, pues la autonomía madrileña sigue siendo un proyecto inconcluso y difuminado, una ficción, que el CDS se propone rescatar de las sombras.

El CDS es un partido progresista, aunque desde el desconcierto ideológico del PSOE o desde el inocente tactismo de trastienda de librería (sevillana) se le quiere meter en el saco de la derecha. Soy consciente de que decir progresista no es decir mucho. Progresista se proclama hasta el PSOE desde lo irreversible de su deslumbrante esquizofrenia, la que media entre el significado de su nombre y la biografla conservadora que, a conciencia y a pulso, se han construido en los últimos tiempos.

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Definir un concepto

Para que se sepa dónde está el progresismo retórico que cualquier partido conservador, incluido el PSOE, tiene que defender por cuestiones de buen gusto y dónde el progresismo avanzado, voy a definir el que propugna el CDS. Somos progresistas porque tenemos un concepto evolucionista de la historia y porque creemos en las fuerzas sociales que la van transformando, a despecho del catastrofismo que, so capa de realidades objetivas, el PSOE ha traído a la política española; somos progresistas porque asumimos la actitud moral e impulsamos las conquistas sociales que, a lo largo de los siglos, han arrancado las fuerzas.genéricamente designadas como izquierda. Esta circunstancia, a lo mejor al PSOE le parece una heterodoxia, abuso de confianza o utopismo peligroso. Y somos progresistas porque, sin concesiones ni juego de manos, defendemos las libertades políticas como otra conquista que no puede dar marcha atrás.

No es infrecuente, incluso en la historia moderna, que la voracidad centralizadora y omnicomprensiva del Estado reduzca, cuestione y tutele las libertades del individuo. Sería conveniente que el PSOE nos garantizase que no está a punto de caer, o ha caído ya, en esta tentación totalitaria que yo me atrevería a llamar "perversión de la democracia".

El concepto de Estado que tiene el CDS se basa en esta idea descentralizadora del poder y se podría resumir en una fórmula que al PSOE le debe de parecer, dada su tendencia a concentrar férreamente los aparatos de poder, como exponente de un inadmisible izquierdismo. Decía Pí y Margall: "La unidad está en la existencia de unos mismos poderes para cada orden de intereses, no en la absorción de todos los intereses por un solo poder. Así como, partiendo de este principio, se puede sin violencia llegar a recoger en un haz a la humanidad entera, partiendo de lo contrario no se llegará jamás, ni aun dentro de cada nación, a sofocar las protestas de las provincias ni de los pueblos. No será sólo el individuo el que reivindique eternamente su autonomía, reivindicarán la suya todos los grupos sociales y no faltarán, en tanto que la alcancen, ni causas de anarquía ni gérmenes de guerra".

Fernando Castedo es candidato a la Comunidad de Madrid por el CDS.

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