Un hombre como un castillo
La guitarra española limita al mundo con Segovia. Un artista famoso, del que, sin embargo, suelen darse equivocados la fecha y el lugar de. !u nacimiento. Por su ligazón con la ciudad de la Alhambra, se le supone granadino; pero vino al mundo en Linares (Jaén) el 21 de febrero de 1893. No faltan quienes, en razón de su apellido, lo convierten en castellano viejo, haciéndole nacer en Segovia.De la ciudad segoviana tenía algo el gran guitarrista: su aspecto de castillo enhiesto, de alcázar desde el que defendía la guitarra de Gaspar Sanz y de Rodrigo, de Federico Mompou y de Turina. Junto a ese aire encastillado, había en Andrés Segovia un gesto suave y abacial, acentuado por su hablar en voz tenue y en ritmo reposado.
Desde muy joven, casi desde niño, se abrazó Segovia al más entrailable de los instrumentos -"tiene formas de mujer", repetía-, e hizo de él su confidente. No para recrearse en lo personal ni en lo pintoresco, tentación que su ambiente meridional le ofrecía, sino para pedirle el estirón universal No es casualidad que Andrés Segovia sea contemporáneo de Falla, ni puede considerarse azar que saliera al mundo al mismo tiempo que lo hacían otros pensares y sentires españoles: Unamuno, Ortega, Machado. -
Todo lo contrario. Segovia, como ser humano, inquieto por los fenómenos de la cultura, estuvo con todos ellos, conoció los escritos de nuestros grandes maestros contemporáneos y asimiló sus ambiciones. Así, la guitarra, típica del tablado popular y del tablado de la corte, se libró, gracias a Segovia, del aplebeyamiento acusado en las clases dirigentes.
Segovia era hombre de humor -su repertorio de historias, que contaba con superior ingenio, no tenía fin- y, a la vez, tenía en su mirada un fondo de melancolía. Como si brillase en sus ojos toda una historia venida desde siglos atrás en la que se sucedían ambientes y paisajes. Conocía su propio valer, pero lo que podríamos denominar "su vanidad" adoptaba un aire inequívoco de niño grande y sabio.
Como hombre de fe, servía a sus ideas y creencias con la seguridad del convencido. Por esto no cedió nunca en su manera de ver la vida a través de la reja vibrante de las seis cuerdas de su guitarra. Entonces cobraba para él suma trascendencia el toc-toc del fandanguillo de Turina y valor de ejemplo inaccesible la ética humana y artística de su amigo Manuel de Falla.
'También parecía amigo de Juan Sebastian Bach, cuando desplegaba la grandeza de su Chacona; de Leopoldo Weiss, al exponer sus suites; de Gaspar Sanz, a través de sus airosos sones españoles; del gentilhombre Luis de Milán, enalteciendo sus baladas. Y fue efectivo amigo de Joaquín Rodrigo, al que solicitó y del que obtuvo, con su Fantasía para guitarra y orquesta, su profunda estimación afectiva. A nada era tan sensible Andrés Segovia como a los afectos, aunque no se mostrara excesivo en el gesto demostrativo porque en su comportamiento, como en su arte, ganaba la partida el sentido de lo comedido, del sentir hondo propio de quien sabe escuchar cada día el rico repertorio de sus voces interiores. Aristócrata del sonido, generoso en la ayuda a los más adeptos, elegante por naturaleza en su porte de gran señor, no puede decirse que fuera un cosmopolita, pues esto arrastra algún significado superficial, sino un verdadero universalista, que es algo sustancial y determinante.
Cuando, tras años de ausencia, Andrés Segovia regresé a España en los años cincuenta, inició sus recitales aquí, y con frecuencia insistente cedía el importe de su cachet a obras e instituciones benéficas. A nadie se lo decía, y sólo la indiscreción del organizador o de los beneficiarios podía transmitir la noticia.
Fui testigo de su reencuentro con Granada, cuando su figura semejaba la del gran león frente a los pequeños leoncillos de la fuente alhambrina y el surtidor sonoro de la guitarra de Segovia acallaba la tímida voz de los surtidores de agua y sueño.
El gran artista parecía realmente inmortal hasta antes de convertirse en históricamente inmortaL Que "el tocar la guitarra" -como reza la copia- "no tiene sencia, sino juerza en el brazo y permanecencia".
Babelia
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