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Denuncia

Nosotros venga a acusarles de sosos y ahora resulta que el Gobierno es prácticamente Sodoma y Gomorra. Si el ritmo de denuncias de Ramón Tamames no se detiene ya, vamos a acabar descubriendo que Carlos Solchaga se lo hace con los billetes de cinco mil mientras el ministro de Agricultura se dedica a la zooifilia y Javier Solana practica el onanismo al tiempo que lee a Pérez Galdós. Y va a resultarnos sencillamente apasionante votar a los sociatas. Con una vida tan intensa, ustedes me dirán. Tener la certidumbre de que entras en la alcaldía y, en vez del probo, casto y pelma funcionario en ventanilla, te encuentras a un sátiro con un príapo como una casa, secándose el moco cocainómano con el reverso del manguito.Si las acusaciones del candidato por Izquierda Unida resultaran ciertas, yo creo que el pueblo todo debería lanzarse con fervor a las urnas para que acabaran ganando los más marchosos. Y esta servidora se pediría ahora mismo el puesto de enviada especial en los Consejos de Ministros, que deben de ser algo así como las orgías de Rasputín con Felipe González haciendo de zarina. Ríos de champaña, caviar por un tubo y nieve colombiana a modo de relleno en los pasteles. De vez en cuando, encantadoras azafatas con bandejas entrarían ofreciendo lo más florido de la yerba buena y el propio presidente liaría los correspondientes canutos para ofrecérselos al gabinete en pleno desatado. Una utopía, claro está. El ministro de Sanidad estaría encargado de repartirles vaselina a sus colegas gays, con cargo a la Seguridad Social. Todo tan excitante que, si se confirmara, podría asegurarles en el poder por unos cuantos años más: mientras que, siguiendo con la misma lectura simplista, a Tamames sólo le votarían los partidarios del madrugón, la ducha fría y la meditación trascendental obtenida sin más estupefaciente que el propio ego inyectado en vena. Es de esperar que al menos el electorado mantenga la serenidad y vote lo que quiera, pasando de candidatos en la medida de lo posible. O sea, del todo.

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