El Senado argentino amplía el alcance de la ley de "obediencia debida"
La aprobación por el Senado argentino de la ley que reglamenta la obediencia debida en las fuerzas armadas puso fin ayer la jornada más larga y dramática, que haya soportado hasta la frágil transición democrática argentina. El presidente, Raúl Alfonsín, ordenó a los legisladores de su partido, la Unión Cívica Radical (UCR), modificar el texto del proyecto para que la "presunción de inimputabilidad" alcance a los oficiales superiores.
Con esta modificación, la eximente se amplía a los oficiales superiores acusados de violaciones de los derechos humanos que demuestren ante el juez su condición de "subordinados que obedecieron órdenes y actuaron por coerción irresistible" durante la guerra sucia, entre 1976 y 1983. La votación del proyecto -por 23 votos a favor y 4 en contra-, que ahora deben aprobar los diputados, finalizó a las 5.20 horas (10.20 hora peninsular española) de ayer. -César Jarovslasky, jefe del bloque de los diputados radicales, que se había comprometido ante la oposición a "no aceptar que los senadores modifiquen ni una coma del texto original", admitió anoche que su grupo usará la mayoría simple de que dispone en la Cámara baja para sancionar la ley tal como fue corregida en el Senado.
El timbre que convocaba a sesión en el Senado había comenzado a sonar a las cinco de la tarde del jueves. Poco antes, a las 11.45 de ese tenso día, 10 kilos de explosivos colocados dentro de un automóvil aban donado volaron el segundo subsuelo de un aparcamiento que funciona frente al edificio del Congreso. El estallido espantó a peatones, destruyó los ventanales de edificios cercanos y estremeció al Parlamento.
A esas horas el presidente Alfonsín ya conocía la situación interna del Ejército de Tierra. El jefe del Estado Mayor de la fuerza, general José Segundo Dante Caridi, le dijo: "Será imposible mantener la cadena de mandos con el proyecto de ley tal como está. Los oficiales superiores, de coronel a general, también se negarán a comparecer si los cita la justicia civil". Poco después, cuando el jefe del Estado salió de la Casa Rosada, sede del Gobierno, para presidir en la calle el acto ritual de despedida a su guardia del Regimiento de Granaderos a caballo, la policía detuvo a un civil armado que intentaba acercarse al presidente con movimientos sospechosos".
En la primera reunión que mantuvo por la tarde con los senadores de su partido, Raúl Alfonsín les anticipó que había tomado una decisión: debían incluir en el texto del proyecto un párrafo que eximiera también a los oficiales superiores. El bloque de los senadores radicales estuvo a punto de dividirse ante la orden de Alfonsín. Uno de ellos dijo, al regresar al Congreso, que "por primera vez la palabra del presidente no alcanza". A las diez de la noche, cinco horas después, el timbre de la Cámara alta seguía llamando a una sesión que aún no había comenzado. Finalmente, los 18 desencajados senadores radicales ocuparon sus bancos una hora antes de la medianoche. A ellos se sumaron otros opositores -cuatro de partidos provinciales y dos peronistas de los llamados ortodoxos. El bloque de los peronistas renovadores había aban donado el edificio luego de dis cutir con los radicales.
Caridi y la 'guerra sucia'
El debate no se podía postergar. Sólo 12 horas después el general Caridi debía hablar ante los oficiales reunidos en el colegio militar para celebrar el Día del Ejército de Tierra. Su advertencia, pública y conocida, era terminante: "El proyecto, tal como está, es insuficiente". Caridi se había reunido también la tarde del jueves con el teniente coronel Aldo Rico, líder de, la rebelión militar de Semana Santa, para saber si a los mandos intermedios les satisfacía la enmienda propuesta por el presidente.En el discurso de ayer, reescrito por última vez a las ocho de la mañana, Caridi reinvindicó la guerra sucia al señalar que el aniquilamiento de la subversión era la única alternativa válida para permitir que sobreviviera la nación".
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