La transformación del señor presidente
Joaquín Balaguer defiende ahora en la República Dominicana causas que antes combatió
En su quinto mandato presidencial en la República Dominicana, completamente ciego y próximo a cumplir 80 años, Joaquín Balaguer sorprende a propios y extraños con su estilo de gobierno. El anciano político, que se distinguió por una implacable represión en sus tres períodos presidenciales, entre 1966 y 1978, se ha convertido en azote contra la corrupción, es respetuoso con los derechos humanos y recorre el país al grito de "la tierra para el que la trabaja porque lo manda Dios", e incluso ha recuperado para el pueblo dominicano los restos desaparecidos del coronel Francisco Caamaño, que fue asesinado precisamente durante el mandato presidencial de Balaguer, en 1973, tras levantarse contra la dictadura.
En una conversación con José Francisco Peña Gómez, dirigente del Partido Revolucionario Dominicano (PRD, socialdemócrata), dijo Balaguer a quien en el pasado había sido su encarnizado enemigo: "Doctor Peña, yo ya no tengo futuro, sólo presente".Consciente de que ciego y casi octogenario no tiene nada que perder, Balaguer se dedica en su quinto mandato presidencial a gobernar para la historia y trata por todos los medios de borrar su imagen del pasado sin importarle sacrificar, en aras de su propio pedestal histórico, a sus amigos políticos de antaño.
Cuando se cumple un año de su asombrosa elección para presidente, y tras nueve de mandato, Balaguer recorre el país y habla del "maldito latifundio". Todos los sábados y domingos el presidente recorre los campos de la República Dominicana. Llega en helicóptero y escucha las quejas de parceleros y campesinos sin tierra, que pronuncian encendidos discursos espontáneos.
Al terminar de hablar ante el micrófono se acercan a exponerle sus cuitas casi al oído, como en confesión, para hablarle de la hipoteca pendiente, la necesidad de plata para una operación, una máquina de coser para la esposa, una bicicleta para el hijo o una cerda preñada.
La bronca
Balaguer da órdenes de que se entregue lo que piden o que se les dé un pase para recibirlos en el palacio presidencial en Santo Domingo. Después toma la palabra y abronca en público a sus propios ministros y funcionarios por su incompetencia, o fustiga a algún terrateniente local por cortar en su provecho el agua de regadío y no dejarla a los parceleros "con complicidad de los militares", que allí presentes asisten con gesto impertérrito a la bronca del anciano presidente.
Los campesinos lo veneran como una especie de mesías. Una mujer entre el público, que lo escuchaba el sábado 16 de mayo en el municipio de Las Guáranas, estalló de repente en convulsiones epilépticas.
Un campesino escuálido Confesor Rojas, grita al micrófono que "hemos trabajado 11 años y no tenemos ni para comer no hemos podido educar a nuestros hijos ni llevar a casa unos zapatos porque las parcelas que usted nos dio son de bomba (regadío). Nosotros queremos que usted, como padre de todos nosotros, haga algo por nosotros".
El hombre, afectado por el calor, o tal vez por la emoción y la deficiente alimentación, se desmaya y cae aparatosamente. El ciego Balaguer no advierte lo ocurrido y queda con expresión perpleja, mientras otros se afanan en retirar al desmayado.
"Balaguer es un santo"
Después habla Ana Dalia Reyes, y su voz sube de tono cuando explica que ella les dice a los de su pueblo: "Síganme, porque Balaguer es un santo, Balaguer es Dios, nuestro dios, nuestro líder. Ayúdenos, doctor Joaquín Balaguer, que el pueblo de Angelina lo necesita".
"En muchas ocasiones -prosigue- he pensado quitarme la vida, pero digo noooo, porque Balaguer está vivo y esa fuerza me sostiene y me dice que Balaguer está vivo y no puedo quitarme la vida. Doctor Joaquín Balaguer, no se olvide de Angelina, que lo quiere como si fuera Jesucristo. Ayúdenos, doctor Joaquín Balaguer, que en sus manos está mi vida".
En Sabana Grande Balaguer dice que "no escatimaré ningún esfuerzo, ningún gasto que sea compatible con la situación financiera del Estado, para dotar a los agricultores sin recursos de las tierras que necesitan para vivir. Ya lo hemos dicho muchas veces: la tierra es para quien la trabaja. El que trabaja la tierra, el que la fecunda con el sudor de su frente, es, por mandato de Dios, el dueño de esa tierra. Sólo la injusticia de los hombres, la ambición humana, puede oponerse a la práctica de un dictado tan justo, el de que la tierra vuelva a manos de quienes viven de ella, a manos de los hijos de ella. La tierra es la madre de todo, y los mejores hijos de la tierra son los hombres que la trabajan".
A las preguntas de un periodista sobre la postura del Gobierno ante el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el problema de los 4.000 millones de dólares (500.000 millones de pesetas) de deuda externa, Balaguer responde que "la petición hecha por el FMI para que se reduzcan los gastos corrientes del Gobierno no puede ser aceptada, porque no solamente afectaría a la clase más necesitada, sino porque estimularía la inflación y originaría un estancamiento de la economía".
Después añadió que "nadie podrá imponernos condiciones que afecten al país ni ponemos camisa de fuerza para que los, dominicanos hagamos lo que ellos dispongan", y "el Gobierno no cederá jamás ante organismos internacionales cuando éstos quieran imponer soluciones que sean incompatibles con la dignidad dominicana".
Medio siglo en el poder
Los domingos, cuando acaba su periplo por el campo, Balaguer va al cementerio para visitar la tumba de su madre. Es el único día de la semana que no acude por la noche a su despacho presidencial, donde acostumbra a trabajar hasta altas horas de la madrugada. LLeva más de medio siglo de experiencia en el poder. Inició su carrera como diplomático de Trujillo en Madrid, durante los días de la República.
En torno a él se tejen leyendas y hasta los propios enemigos políticos admiran su capacidad intelectual. Parece que el poder le diese fuerzas, y presenta mejor aspecto que al final de la campaña electoral, hace un año.
Solterón empedernido, fue el único varón entre siete hermanas. El poeta dominicano Manuel Cabral, compañero de pueblo y de quinta, que acaba de cumplir 80 años, lo describió en su juventud como "musculoso, tímido, discreto". "Como orador hablaba varias horas sin fatigarnos", asegura; "como compañero, nos fatigaba de silencio.
"Es tímido para las faldas -prosigue Cabral- audaz para la metáfora, calculador como soltero, enloquecido como amante. De niño nunca le vi jugar, y adolescente lo vi siempre entre libros". Gentes que podían verle desde casas vecinas comentan que, ya casi ciego, se pasaba las noches en su biblioteca y devoraba las líneas de los libros ayudado por una lupa. En su gigantesca librería se mantienen ordenados y fichados los libros. Se ven allí las fotos con recuerdos de su carrera política, y ocupan un lugar destacado las de dictadores prominentes, entre las que no falta una de Franco, vestido con uniforme de gala de capitán general.
Relata el poeta Cabral que Balaguer, como hijo de un comerciante local, tenía un revólver para defenderse cuando era un adolescente y estaba locamente enamorado. "Supe después que vendió el revólver para pagar su primera cuota de sátiro civilizado; es decir, que aquella arma que guardaba un plomo tan romántico y especial no le sirvió para suicidarse por amor, pero sí para matar algo en su cuerpo: la virginidad".
Balaguer ha encerrado en su gabinete una colección de políticos que encarnan la historia reciente de la República Dominicana.
Muchos de ellos fueron sus enemigos en el pasado, aunque, como dice Jottin Cury, abogado que fue ministro de Asuntos Exteriores en el Gobierno constitucionalista del coronel Caamaño y hoy preside una Acción para la Moralidad Pública, "Balaguer es el perfecto animal político. No tiene enemigos permanentes ni tampoco amigos permanentes".
En el Gobierno se encuentran personajes como el ministro de Asuntos Exteriores, Donald Reid Cabral, que figuró entre los sucesores de Balaguer cuando éste salió exiliado desde la presidencia de la República, meses después del asesinato de Trujillo, y que presidió el triunvirato después del golpe de Estado que derribó al presidente constitucional Juan Bosch en 1963.
El ministro de Defensa es el general Antonio Imbert, presente en todos los acontecimientos importantes del país, que fue uno de los implicados en el asesinato de Trujillo y que comandó las fuerzas que se enfrentaron con las armas a las del coronel Caamaño en 1965. Ministro del Interior es Elias Wessin, el general que dirigió el golpe contra Bosch y años más tarde intentó derribar al mismo Balaguer, quién lo echó de forma deshonrosa del país.
Cómo lidia con esos pesos pesados un anciano ciego y octogenario es un misterio. Los que están a su lado aseguran que recibe a diferentes personas y que es difícil engañarlo, porque nadie sabe lo que le contaron los otros.
La izquierda en la República Dominicana contempla asombrada cómo Balaguer le arrebata banderas y especula sobre el momento en que "estallarán las contradicciones" y el presidente entrará en conflicto con los grupos de derecha que lo sustentan y lo llevaron al poder. En el fondo, hasta la izquierda, que vio con temor su triunfo electoral hace un año, desea que se mantenga vivo.
Rompedor de esquemas
Si Balaguer muere le sucedería su vicepresidente, Carlos Morales Troncoso, a quien se considera ligado a los grupos de la oligarquía local azucarera y al capital norteamericano. No faltan los que comentan que si Balaguer sigue en su línea reformista "cualquier día le echan una vaina en la comida y lo matan".
El dirigente de la Comisión de Derechos Humanos de la República Dominicana, Ramón Martínez, comenta regocijado que cuando Balaguer ganó las elecciones un funcionario del Departamento de Estado advirtió en Washington que se avecinaba una situación difícil para la izquierda y las libertades públicas; ,,eso era lo que decían las computadoras de los gringos, pero no se daban cuenta de que Balaguer rompe los esquemas y no se puede meter en una simple computadora".
Cuando se le hace referencia a su nueva política, Balaguer esboza una sonrisa y acostumbra a reponder: "Yo siempre he sido el mismo. Son las circustancias las que han cambiado".
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