Horas críticas en Perú
LA HUELGA general de 24 horas que ha tenido lugar en Perú, a pesar de resultados desiguales, demuestra que el descontento abarca a sectores sociales que dieron su voto a Alan García hace dos años para la presidencia. Su figura de dirigente joven, el espíritu renovador con que asumía la tradición nacionalista y antiimperialista del APRA, despertaron muchas esperanzas. Quizá excesivas si se tienen en cuenta las realidades concretas de Perú. Alan García heredó una situación económica gravísima; la miseria se extendía a grandes masas, en gran parte a causa del fracaso de la reforma agraria del general Velasco Alvarado en 1969 y del iluminismo que guió las decisiones del régimen militar, al amparo de una etiqueta de supuesto progresismo. Por otra parte, la actividad guerrillera de Sendero Luminoso había puesto al país al borde de la guerra civil. Alan García pretendía vencer al terrorismo no sólo con métodos represivos -la escalada de la violencia había llegado a extremos aterradores por ambos lados-, sino mermando su base social con una audaz política de reformas. A la vez, cambió muchos mandos militares, eliminando a los que habían actuado con salvajismo e ilegalidades.En 1986, su política económica cosechó resultados positivos: aumentó la producción y el consumo; disminuyó la inflación. La reunión de la Internacional Socialista en Lima, en agosto de ese año, debía consagrar su prestigio internacional. Pero los hechos bochornosos a que dieron lugar los motines de los presos de Sendero Luminoso en varios penales cercanos a Lima marcaron un hito trágico. La barbarie de las fuerzas de la policía y del Ejército, que mataron a más de 300 presos, causó horror e indignación en Perú y en el mundo. El presidente prómetió que se haría justicía, y lo ha reiterado en diversas ocasiones. Sin embargo, hasta ahorano se han celebrado los juicios y ningún culpable ha sido condenado.
Las dificultades de Alan García con el Ejército son evidentes. A ellas es preciso añadir el hecho,de que desde enero de 1987 los precios han subido de forma acusada, agravando la miseria de muchos. La deuda exterior dificulta cualquier recuperación económica. Pese a tantos problemas, el presidente ha obtenido últimamente dos éxitos importantes: ha hecho abortar, gracias sobre todo al apoyo del ejército de tierra, una incipiente rebeldía de la aviación, que no aceptaba la unificación de las tres armas en un Mínisterio de Defensa. Y ha logrado poner fin al motín de los policías, en vísperas de la huelga general. Pero la situación económica, la creciente actividad terrorista de Sendero y las divisiones internas en su propio partido no dejan dormir tranquilo a Alan García. En cuanto a la central sindical y a la coalición Izquierda Unida, cuya oposición se mezclaba al inicio con evidentes simpatías hacia García, han radicalizado su actitud; hasta el extremo de convocar la reciente huelga general. Ésta, además de su carácter reivindicativo, iba dirigida contra el toque de queda y la eventualidad de un estado de sitio. La primera está vigente con resultados nefastos, pues son incontables las víctimas civiles muertas por disparos del Ejército durante la queda.
Por su parte, Sendero Luminoso ya no se limita a las zonas andinas: tiene apoyos en los sectores de extrema miseria que rodean a la capital. Perú vive momentos inciertos. No se perfilan alternativas al presidente en el marco democrático que ha sido respétado escrupulosamemte por García y que mantiene, por ejemplo, un sistema de libertad de expresión absoluta. Pero si el presidente no recupera la iniciátiva política quizá no se pueda impedir un proceso de bipolarización que tiende a, elevar, de un lado, el protagonismo de los terroristas, y de otro, el de los militares.
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