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40º FESTIVAL DE CINE DE CANNES

Cuatro décadas de buen cine evocadas en una mala película

ENVIADO ESPECIALAunque nació el 20 de septiembre de 1946, el Festival de Cannes celebró ayer, 13 de mayo de 1987, su 40º cumpleaños. El festejo comenzó en la avenida de La Croisette, con un desfile de la Guardia Republicana; continuó en la escalinata de acceso al palacio de festivales con otro desfile, esta vez de estrellas, y finalizó en la pantalilla de la sala Lumiere con un desfile de secuencias de películas premiadas a lo largo de estos años y amontonadas en un filme de montaje titulado El cine en los ojos. Es una obra de Gilles y Laurent Jacob, y en ella, con muy escasa inteligencia, se evoca el abundante talento ajeno que el festival albergó en su historia.

El más cinematográfico de los tres desfiles fue el primero, a cargo de la trompetería y los uniformes de la Guardia. El segundo, capitaneado por Paul Newman, resultó algo monótono y, como en todas partes, las mayores muestras de admiración fueron para las pequeñas glorias locales.El tercer desfile, ya en la pantalla, fue el peor, ya que es difícil hacer una película tan mala con un material cinematográfico tan bueno como el que manejaron Gilles y Laurent Jacob en El cine en los ojos. Un total de 72 resúmenes de famosos, filmes, con una oscilación de duraciones entre 30 segundos y tres minutos, se sucedieron sin orden ni concierto en la pantalla del Gran Auditorio Lumiére. Pegadas unas a otras, según expresión de sus autores "emocionalmente y no cronológicamente", pudieron verse escenas de La misión, Roma ciudad abierta, Apocalipse now, El gatopardo, Viridiana, La dolce vita y El tercer hombre, por citar sólo siete de las 72 joyas que, montadas por Michele David, hicieron el milagro al revés del alquimista: convertir a los diamantes en bisutería,

La falta de imaginación, la arbitrariedad y el desconomiento de los ritmos de montaje caracterizan a este documento de Gilles y Jacob -máximo responsable de la selección oficial de Cannes 87 y una de las cabezas rectoras de la organización del festival- sobre 40 años de imaginación e inteligencia cinematográfica.

Si el cine brilló por su ausencia en la gala conmemorativa, poco antes hizo su aparición en una buena película británica de Stephen Frears: Prick up your ears, que reconstruye los últimos años de la corta e infortunada vida de Joe Orton, el último dramaturgo, y uno de los más dotados, de la generación de los "jóvenes airados" del teatro británico de los años cincuenta y sesenta. Orton murió asesinado en su pequeño apartamento londinense, el 9 de agosto de 1967, por su amante, Kenneth HalliweIl, con quien el escritor formaba desde muchos años antes una pareja estable, uno de los primeros matrimonios homosexuales socialmente reconocidos en Inglaterra.

La película es, en su lógica aspereza, tensa e incluso divertida, a causa del explosivo instinto de Frears para el humor truculento. Supera con mucho a Mi hermosa lavandería, que ha dado fama mundial a Frears .

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