Las cadenas de televisión dominan la cobertura informativa del certamen
El Festival de Cine de Cannes, en este su 40º aniversario, se ha convertido en alimento de lujo para los voraces programas de la televisión francesa y de otros países. Casi la mitad de los 3.000 informadores acreditados en los servicios de prensa del palacio de La Croissette proceden de cadenas de televisión de todo el planeta. En Cannes 87 el espectáculo colectivo del cine se encuentra literalmente cercado por incontables ojos del espectáculo atomizado de la televisión. Es el preludio de Cannes 88, que se celebrará en medio del Año Europeo del Cine y la Televisión, que ha venido a presentar su presidenta, Simone Ved.
Simone Veil convocó ayer a un grupo de periodistas, informadores de la televisión y profesionales del cine a un encuentro preparatorio de ese Año Audiovisual que se avecina. Acudió también a la cita de Simone Veil el ministro francés de Cultura y Comunicación, Frangois Leotard.Fue un acto formal, sin contenidos concretos: un gesto político, no una proclama. Mientras tanto, quienes luchan por conservar la especificidad del cine ante el acoso de los medios audiovisuales, organizan en las secciones paralelas del festival actos no menos simbólicos de protesta.
El diario Libération ofreció el viernes cifras elocuentes. El crecimiento de la cobertura televisiva en Cannes era, hasta hace poco, discreta. Pero el año pasado se disparó y en esta edición del festival comienza a alcanzar proporciones enormes. El canal Antena 2 ha destacado en Cannes a 160 personas con acreditación de Prensa. TFI tiene en estos momentos en Cannes un equipo de 120 profesionales. El Canal Plus ha enviado alrededor de 70. El canal FR3 ni más ni menos que 190. Y, por último, la red Sygma, alrededor de un centenar. Es decir, unos 650 profesionales de la televisión francesa vigilan ahora mismo cada gesto, cada movimiento del cine y de su s autores presentes en Cannes. Si a los dichos se añaden los 500 enviados por las televisiones de todos los continentes, hasta un total de 1.117, se hace creíble la metáfora de que el cine, protagonista durante 39 años en Cannes, se ha convertido al Hegar a la cuarentena en huésped de un "Estado televisual".
En algunas de las presentaciones que preceden a las proyecciones de películas en las secciones no competitivas, o en los coloquios que les siguen, se han producido ya reacciones, algunas de tono apocalíptico, por parte de cíneastas contra este prólogo mediterráneo del Año Europeo del Cine y la Televisión.
Productos audiovisuales
Temen estos cineastas que la especificidad alcanzada por el arte cinematográfico, a lo largo de casi un siglo de afinamiento de su identidad, peligre ante las perspectivas de una inmediata estimulación indiscriminada y masiva de la producción de audiovisuales. La Europa comunitaria demanda unas 120.000 horas anuales de productos audivisuales y produce tan solo unas 10.000, como mucho. La brutal desproporción entre demanda y oferta quiere ser amortiguada lo más rápidamente posible y el disparadero del crecimiento de la oferta es, precisamente ese Año 1988 que preside Simone Veil. Y en medio de este desigual debate de sordos sobre astronomía audiovisual, la feria del cine continúa su marcha de mal en peor.Dos películas concursaron ayer: la japonesa La vía inmaculada, primer largometraje de Rentaro Mikuni, que es un indescifrable galimatías teológico sobre el budismo en el Japón medieval, y la francesa Campo del honor, de Jean-Pierre Denis, que no sobrepasa el nivel de digna mediocridad alcanzado en las jornadas precedentes. La mejor película del día se proyectó fuera de concurso: Arizona Junior, de los norteamericanos Joel y Ethan Cohen: una divertida farsa, que ha traído por primera vez a Cannes 87 un poco de auténtico cine.
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