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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Nuevas enseñanzas

LA UNIVERSIDAD española se encuentra en la encrucijada de demostrar si es capaz de tener la imaginación que le permita poner al día las enseñanzas que imparte o si, por el contrario, se resigna definitivamente a que su único destino sea el de mantenerse como una fábrica de empleo para profesores.Los males que padece la Universidad española son numerosos. Todos tienen el mismo aspecto de enfermedad crónica, desde la baja calidad de la enseñanza hasta la obslescencia de contenídos de las asignaturas que se imparten. Para pocas cosas ha parecido estar equipada la Universidad española, y menos aún para acomodarse a las demandas de la nueva dinámica social y el incremento rapidísimo de la escolarización universitaria, que se ha multiplicado en los últimos 15 años. La tasa actual de escolarización en España (23% de los jóvenes entre 20 y 25 años) es algo superior a la del Reino Unido (20,1%), el doble que la de Portugal (11,3 %) y comparable a la de países como Francia (25,5%), Italia (27,1%) o la República Federal de Alemania (27,6%).

El ritmo de esta escolarización (un 5% anual, equivalente a unos 40.000 alumnos adicionales. por año), no compensado por incrementos suficientes de las dotaciones materiales y humanas, ha desencadenado problemas de masificación y deterioro de la enseñanza en casi todas las universidades. Pero los efectos de este desajuste se han visto agravados por la falta de actualización de los planes de estudio, casi siempre pensados para situaciones separadas de la actualidad.

El intento de renovación que incluye el proyecto actual, aumentando de 60 a 150 el número de títulos expedidos y la división de las carreras en dos ciclos, el primero de los cuales daría opción a un diploma legalmente reconocido, ha generado una fuerte polémica desde sus mismos inicios. En el ámbito académico han surgido voces que impugnan el procedimiento. Según éstas, la designación por el Consejo de Universidades de comisiones de expertos encargadas dé proponer los con tenidos mínimos científicos o materias básicas que han de conformar los planes de estudio choca con la autonomía de las universidades.

A estas salvedades se une la inquietud que provoca en el medio universitario las consecuencias de una reforma que se presenta con aires revolucionarios. Junto a la reivindicación de quienes consideran que deben tomar parte activa en el proceso de renovación, existen quienes temen Por su asignatura particular o quienes sencillamente pretenden frenar todo el proceso desde posiciones gremiales. El estamento estudiantil, en absoluto exento de reflejos corporativistas, ha protestado con movilizaciones como la convocada, ayer en Madrid contra el procedimiento de los grupos de trabajo, al que acusan de oscuro y elitista.

Ahora comienza el proceso, y acaso el debate abierto pueda contribuir a reparar los posibles errores. Pero, con todo, no resulta admisible la resistencia a los cambios que se instala tras algunos intentos de boicotear él proceso con argumentos sobre metodología. Detrás de esas posiciones puede esconderse la incapacidad para presentar alternativas a lo que se presenta como un intento de renovación sin cuya puesta en práctica es muy difícil que la Universidad se vitalice.

El cambio de los planes de estudio recortando la duración de muchas carreras y acoplando más específicamente sus programas a la estructura de la producción social de hoy es una medida necesaria y elogiable. Si embargo, no será suficiente sin unos docentes adecuados y unas dotaciones en laboratorios y bibliotecas que hagan eficaces los programas. El gran coste de reaccionar demasiado tarde a las necesidades de educación es que ni los profesores cualificados para nuevas disciplinas se crean en plazos breves ni las inversiones necesarias se convierten en realidad inmediatamente. Sobre la institución de enseñanza superior se ha dejado gravitar tanta molicie que ahora será preciso mucha voluntad política y varios años para que los españoles no sigan encontrando necesario realizar sus estudios de verdadera capacitación en el extranjero.

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