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Atentados de la guerrilla izquierdista dejan sin luz a más de la mitad de los chilenos

Un apagón provocado por siete atentados con explosivos contra torres de energía eléctrica dejó a oscuras la noche del Primero de Mayo a más de la mitad de los chilenos, en una zona de 2.000 kilómetros de longitud entre Copiapó y Osorno. Grupos de pobladores (habitantes de las barriadas pobres) instalaron barricadas en Santiago, prendieron fogatas y apedrearon vehículos, mientras dos helicópteros policiales patrullaban la ciudad con reflectores. En Valparaíso, un autobús fue quemado. El Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR, de tendencia izquierdista) se atribuyó el corte de luz como "un homenaje al día internacional de los trabajadores".

La conmemoración del Primero de Mayo fue transformada en las barriadas en una protesta contra la dictadura. Al término de un acto del Comando Nacional de Trabajadores, la más importante central sindical, 80 personas fueron detenidas por la policía, en el curso de disturbios en el centro de Santiago, y cuatro resultaron heridas.Uno de los heridos, el estudiante Juan Soto, de 21 años, recibió en su ojo derecho el impacto de un balín de goma. En Antofagasta, 1.500 kilómetros al Norte, otras 23 personas fueron detenidas.

Los sindicatos de oposición realizaron actos en la mayoría de las provincias, mientras el régimen reunió a 2.000 de sus partidarios en Valdivia, 900 kilómetros al sur de la capital. [El apagón provocado por los atentados se produjo minutos antes de que la televisión comenzara la retransmisión de la ceremonia oficial del Día del Trabajo en la ciudad de Valdivia, cuyo orador principal fue el jefe del Estado, general Ausgusto Pinochet, informa Efe. Pinochet sé dirigió a las autoridades provinciales y a los dirigentes empresariales para condenar el comunismo y la lucha de clases].

En su intervención, Pinochet anunció el fin de los despidos de maestros -entre enero y abril, 6.000 profesores- y dijo que la fecha se conmemoró con "unidad y fraternidad" en contraste con el pasado, en que estaba "cargada de odio y violencia".

La Iglesia católica recordó en tensión el Primero de Mayo Mario Mejías, uno de los pobladores que dio al Papa un testimonio del drama de los más pobres en la dictadura, fue secuestrado, golpeado y abandonado en las afueras de la ciudad por un grupo de 10 personas armadas, que primero identificó como policías y luego como miembros del FPMR.

El cardenal Juan Francisco Fresno, arzobispo de Santiago, visitó a Mario Mejías en su hogar, calificó de "brutalidad" el secuestro y pidió una investigación.

En la noche, el Gobierno dispuso protección policial para Mejías. Dos días antes, Luisa Riveros, otra pobladora que criticó al régimen frente al Papa, fue amenazada y se encuentra también con vigilancia de carabineros.

Mario Mejías relató que le golpearon -"por lo que dije y por lo que no dije al Papa"- y que le acusaron de traidor por no haber cumplido "lo prometido". El procedimiento de los secuestradores fue parecido al que se utilizó en septiembre contra el asesinado periodista José Carrasco.

El grupo actuó en la madrugada, a cara descubierta, y abandonó a Mejías en el sector norte de Santiago.

Con hematomas y marcas en su cara y cuerpo, Mario Mejías dijo en su chabola de la barriada de Lo Hermida que volvería a denunciar al régimen si pudiera hablar nuevamente con el Papa, a pesar de la paliza.

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